Nuestra Inmunidad / Kléver Silva Zaldumbide
Pareciera que esa vida frenética nos hace olvidar o ignorar que, en la esencia misma del ser humano existe un regalo divino y que es la sincronización de los ritmos biológicos y energéticos, como un proceso dinámico y constante, para crear cada segundo de nuestras vidas, un equilibrio y una capacidad para resistir a la agresión de sus tejidos y órganos por casi todos los tipos de microorganismos, virus o toxinas. Esta capacidad se llama inmunidad, ya sea innata como: la fagocitosis de las bacterias y de otros invasores por los leucocitos y las células del sistema macrofágico; la destrucción por las secreciones ácidas del estómago y las enzimas digestivas de los microorganismos deglutidos; la resistencia de la piel a la invasión de los microorganismos; la presencia en la sangre de ciertos compuestos químicos que se unen a los microorganismos o toxinas extrañas y los destruyen, lisozimas, que ataca las bacterias y las disuelve; polipéptidos básicos, que reaccionan con ciertos tipos de bacterias y las inactivan; el complejo del complemento, un sistema de unas 20 proteínas que se activa de diversas formas para destruir bacterias, los linfocitos agresores (natural killer lymphocytes), que pueden reconocer y destruir células extrañas, células tumorales e incluso algunas células infectadas. Otra inmunidad específica muy poderosa contra elementos invasores como bacterias, virus, sustancias nocivas, tejidos extraños de otros animales y toxinas mortales, en la cual el organismo cuenta con mecanismos de reconocimiento para esta invasión, es la inmunidad adquirida, en perfecta y fascinante armonía de memoria, cooperación, activación, retroacción (3 grupos de células T y células B) con formación de cinco clases de anticuerpos que actúan principalmente de dos maneras: mediante el ataque directo contra el invasor, y mediante la activación del sistema del complemento que adquiere así múltiples medios para destruir al invasor por sí mismo. La respuesta del organismo suele ser una adaptación creativa, lo que le permite tener un beneficio de mayor duración y adaptación a desafíos futuros poniendo en movimiento mecanismos de resistencia y auto recuperación espontánea.
Además, se demostró la acción bidireccional del sistema opioide sobre el psiquismo, es decir, la estimulación para las emociones positivas. Por lo tanto, estimulan el sistema inmunitario (defensas) a más del sistema opioide, anti-dolor. Por el contrario, es modificado por las emociones negativas, que lo deprimen y, en consecuencia, deprimen las defensas del organismo y la respuesta al dolor que depende del sistema opioide.
Hoy por hoy la acción de la Acupuntura sobre la inmunidad y el reforzamiento de las defensas del organismo están fuera de toda duda y sus mecanismos de acción se van precisando constantemente. En una panorámica rápida podemos afirmar que tiene efecto antiinflamatorio, acción sobre la inmunidad tisular, humoral, acción neuroendrócrina, sobre el interferón, acción antitóxica y acción antialérgica. Además, aumenta el poder bactericida leucocitario, aumenta la capacidad fagocitaria, aumenta la movilidad de macrófagos y neutrófilos, aumenta la tasa de transformación de linfoblastos, activa las Células NK, aumenta las fracciones del complemento. Provoca un aumento modulatorio del número de leucocitos, linfocitos T y B, inmunoglobulinas, de la tasa de anticuerpos, inmunoglobulinas, beta globulinas, gamma globulinas, IgA, IgG, IgM, aumento de la actividad opsoninocitofágica, aumento de las tasas de aglutininas y hemolisinas. (O)