Nuestro diálogo interno / Edison Narváez Z
Los seres humanos invertimos o gastamos inútilmente mucho tiempo dialogando con nosotros mismos; lo sorprendente es que al menos un 80% del tiempo que pasamos parloteando internamente lo hacemos a través de pensamientos, reflexiones y afirmaciones negativas; y claro empezamos a ver el mundo externo de acuerdo a nuestros pensamientos, y como estos son negativos entonces el mundo es negativo.
En muchas ocasiones dejamos que este diálogo interno se vaya en piloto automático, hacia el negativismo y/o pesimismo, esto en virtud de nuestra programación mental limitada que ha sido forjada desde la infancia.
Estimados lectores es muy importante para nosotros evitar que en nuestro diálogo interno predominen los pensamientos negativos como: “Yo no puedo”, “Yo no sirvo”, “Yo no soy capaz”, “Yo no merezco”; porque este tipo de diálogo condiciona nuestro mundo y nos genera una realidad limitante.
Lo anteriormente anotado nos invita a mejorar nuestro diálogo interno, a tratar de convertirlo en un aliado nuestro para vivir mejor, generar autoconfianza y llegar a concluir exitosamente nuestros deseos.
El hecho de mejorar nuestro diálogo interno significa convertirlo en positivo y optimista, cuando el cerebro ve hacer algo bueno o malo, genera una semilla que crece generando los pensamientos dominantes, es decir que si yo me veo a mi mismo siempre tratando a las personas con amor, voy a creer que eso es lo normal en el mundo y voy a tener amor.
Es necesario considerar que el hombre cambia a partir del pensamiento, en tal virtud debemos entender que nuestros semejantes también son el resultado de su pensamiento; entonces cuando desarrollamos este entendimiento vemos con mayor claridad como las relaciones y la vida misma suceden por acción de la relación causa – efecto, y cuando esto sucede la vida cambia, la preocupación, la agitación, el enfado ceden y permanece un equilibrio y una serenidad en el pensamiento. En este sentido el hombre aprende a gobernarse y se adapta a sus semejantes.
Cuanta gente conocemos que envenena sus vidas, arruina todo lo que es dulce y bello con un temperamento explosivo, destruyen el equilibrio de su carácter, todo por falta de dominio de sí mismos. Así también poca gente conocemos en la vida con un carácter balanceado, que tiene ese exquisito equilibrio que es característico de un carácter refinado.
Es preciso mantener nuestra mano firme sobre el timón de nuestros pensamientos.
El control de ti mismo es poder, la calma es poder, vivamos en serenidad; es relativamente fácil hacerlo, pues nuestro cuerpo obedece al pie de la letra las órdenes de nuestro cerebro.
La conclusión es clara, cuida tus pensamientos; si tu diálogo interno es repetitivo, negativo, pesimista, tu cuerpo acabará obedeciendo en contra de su tendencia natural hacia la vida. (O)