Nuevo record / Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión



El Ecuador tendrá su cuarto vicepresidente para lo que resta del último año de gobierno. Un record difícil de romper.

El retorno a la democracia se produjo en 1979, cuando Jaime Roldós recibió la banda presidencial. Después de su partida inesperada, los años de gobierno restantes le correspondieron a Osvaldo Hurtado. Entre 1984 y 1997 ocuparon la banda presidencial cuatro ciudadanos impuesto por el voto popular.

En 1997 inició una década oscura y aunque en diversas circunstancias, talvez con una oscuridad parecida a la que algunos se atreven a llamar década ganada.  Rosalía Arteaga, sucesora natural de Bucaram y Fabián Alarcón, disputaron la presidencia fuera de las urnas. La balanza se inclinó a favor de Alarcón. Al año siguiente, el pueblo creyó en las promesas de Jamil Mahuad.

Al inicio del nuevo milenio, el orden constitucional fue quebrantado nuevamente por una “Junta de Salvación Nacional” integrado por Lucio Gutiérrez, Carlos Vargas y Carlos Solórzano. Horas más tarde asumió el poder un Consejo de Estado en el que Gutiérrez quedó fuera, reemplazado por un militar de mayor rango, Carlos Mendoza; sí permanecieron Vargas y Solórzano, pero duraron algunos minutos, finalmente Gustavo Noboa, vicepresidente de Mahuad, tomó juramento.

El 2002, Gutiérrez volvió, esta vez como ganador de elecciones. En el 2005 huyó del país y Alfredo Palacio asumió el encargo. El 2007, Rafael Correa progresivamente acaparó todos los poderes del Estado y con la intención de extender su “revolución ciudadana”, el 2017, le heredó la presidencia al licenciado Moreno. Prohibido olvidar.

Cuando creímos haberlo visto todo, el mes de julio nos volvió a sorprender con la renuncia del vicepresidente Otto Sonnenholzner. Antes, Jorge Glas y María Alejandra Vicuña ocuparon el cargo, pero no continuaron en funciones por escándalos de corrupción. Glas cumple sentencia en la cárcel y Vicuña también podría pasar un tiempo bajo la sombra. Con la renuncia de Sonnenholzner, la Asamblea deberá elegir al hombre o mujer que “ojalá” logre terminar los pocos, pero largos meses que le faltan del actual gobierno.

Esta inédita inestabilidad es la imagen de un proyecto que ofreció cambiar la figura del correísmo, sin haber cambio a los funcionarios van rotando de puesto en puesto desde hace más de diez años. El resultado era bastante predecible: abandonar intencionadamente una barca que se hunde. (O)

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