Oportunismo, ignorancia, falsedad y demagogia
El Déficit fiscal, es un indicador que representa el desbalance entre los ingresos y egresos, que ocurre cuando la entrada de recursos provenientes de impuestos y otras fuentes excede la salida por gastos e inversiones. Usualmente, el cálculo se establece cada año.
Tal desequilibrio obliga a los gobiernos, carentes de los fondos económicos para hacer que el país funcione, a buscar soluciones que afectan las finanzas futuras. En un país dolarizado no existen más alternativas disponibles.
Entonces, el problema va más allá de lo meramente financiero o contable y trasciende hacia la insatisfacción de los ciudadanos. El déficit tiene que saldarse mediante el aumento de impuestos; la adquisición de nuevos créditos extranjeros; la reducción del presupuesto destinado a salud, educación, seguridad y obra pública o las tres medidas al mismo tiempo. Esta es la catástrofe histórica que ha sufrido el país en las últimas décadas.
El Ecuador cerró el 2024 con un déficit superior a los 3.000 millones de dólares, según datos oficiales, a pesar de registrar un máximo histórico en ingresos tributarios. Sin embargo, cifras no-oficiales dicen que, en el mejor de los casos, el desbalance superaría los 4.000 millones. La brecha persiste cada año, desatando la dependencia del país al financiamiento mediante deuda externa e interna. Los gobiernos generalmente celebran como un logro obtener préstamos internacionales, cuando la verdad, es más retraso para las finanzas del país.
En 2023, el déficit fiscal del Ecuador alcanzó los 6.000 millones, en 2024 se situó entre 3.000 y 4.000 millones y el panorama podría deteriorarse en el 2025. El mandatario triunfador de las elecciones venideras, además de asumir el enorme hueco fiscal de las administraciones anteriores, se encontrará con menos ingresos y más gastos, nuevos apagones y deudas pendientes. Siendo optimistas, para 2025, el déficit podría acercarse a los 5.000 millones de dólares. En estas condiciones, no hay forma de cubrir todo el presupuesto estatal.
Por lo tanto, resulta muy desagradable escuchar cómo algunos presidenciables presentan, no solo sueños, fantasías o utopías, sino planes absurdos: reducir todos los impuestos posibles; incrementar la obra pública; aumentar el presupuesto para salud, educación, seguridad y atención social; construir centrales hidroeléctricas e incluso de energía nuclear; edificar prisiones, cementerios, universidades e incluso un tren bala. Estos anuncios evidencian una combinación de oportunismo, ignorancia, falsedad y demagogia. (O)