Para conocer y valorar a Pedro Reino Garcés / Marcelo Robayo C.
¿Puede algún escritor de nuestros lares darse el lujo de haber escrito más de un centenar de libros? Creo que no; pero Pedro Reino Garcés ha superado en mucho dicha cifra. Para conocer y valorar a Pedro Reino Garcés debemos partir sabiendo de que es uno de los pocos lingüistas del Ecuador y que brilla con luz propia en el ámbito internacional. Esa su calidad de lingüista le ha permitido (o le ha obligado) ser uno de los más severos investigadores de nuestro medio; debiendo advertir que, cuando le atribuimos esta calidad de investigador, no lo hacemos con la connotación de ratón de archivos o de simple escarbador del apolillado pasado, sino como el gran delator de farsas, demoledor de engañosos cimientos, combatiente y forjador de nuestra realidad; todo lo cual puede lograrlo gracias a la poderosa herramienta de su literatura en la que, por igual, brilla como poeta, ensayista y novelista de gran altura.
Una lacerante realidad ecuatoriana consiste en que, con mucha boca de trapo, solemos invocar orgullosamente nuestra supuesta identidad, sin tener en cuenta que identidad significa, en suma, autenticidad en el tiempo y en espacio, que procede del conjunto de rasgos propios que hacen la conciencia de lo que somos y que, a la vez, nos diferencia de los demás. Por tanto, cuando invocamos la identidad y argumentamos sobre ella, debemos saber que están de por medio la esencia y fortaleza de lo que somos y el acierto del rumbo que tomamos o debemos tomarlo, por lo que no podemos tratarla con ligereza y menos solazarnos, so pena de debilitar nuestro ser y desorientar nuestro destino, lo cual, lastimosamente, viene sucediendo en todos los ámbitos y niveles, en los que pretendemos ser ecuatorianos a remiendos y pedazos recogiendo, en muchos casos, la basura dejada bajo la alfombra por la desidia nacional transformada en imposición oficial.
Tuve el honor de hacer la presentación de una de las llamadas novelas de Pedro Reino Garcés, oportunidad que aproveché para dejar sentados los lindes cualitativos de su producción, señalando que ella no era una novela histórica, sino un ensayo histórico partiendo de la novelesca extraída de la frondosidad de los archivos nacionales e internacionales, y que gracias al dominio semiológico del autor, podemos leerla como cualquier obra de entretenida e ilustrativa literatura. Esta y no otra es la gran verdad: Pedro Reino Garcés, conocedor de la temblequera de la que padece la identidad ecuatoriana por la sistemática desnaturalización que van sufriendo los insumos de las nacionalidades, pueblos y colectivos en general, ha tomado sobre sus hombros la titánica misión de autenticarnos. Así las cosas, todas y cada una de las obras que forman su caudal creativo, constituyen un sondeo profundo y crítico de los elementos extraídos de los archivos, los mismos que son analizados desde los prismas sociales, culturales y políticos de las épocas pasadas, y trasladados con su verdadera esencia a la convivencia nacional actual, haciendo de ellos el atomismo impulsor de la forja de nuestro verdadero ser…