Paralelismo en los apellidos indígenas

Columnistas, Opinión

Hoy que leo a Tom Zuidema, el  antropólogo holandés, que estuvo en el Perú por 1955, me ha hecho releer uno de mis trabajos publicados en 2001 que titula Memorias de Píllaro Colonial. Si hubiera conocido estos datos de hace 69 años, y publicados en 1989, es decir que he llevado un retraso de 35 años, no hubiera publicado las genealogías  de los Atis a la manera tradicional como aparecen en mi citado libro. Pero lo importante que he dicho tiene la coincidencia con el holandés, de haber detectado que también en Píllaro ocurría lo mismo que lo había notado Zuidema en el Perú: Los hijos varones llevaban el apellido del padre, y las mujeres el apellido de la madre.

“Si miramos la descendencia de don Pedro Hati, casado  con María Choasanguil, se dice que tuvieron como hijos a don Fulgencio y a don Tomás Hati; y a Gertrudis Choasanguil. De esto deducimos el apellido y la dinastía por vía matrilineal, así como los Hatis heredaron el apellido y la dinastía por vía patrilineal. Entonces, Rumiñahui tiene medio hermanos Hati y Choasanguil”… “Los enlaces matrimoniales entre indígenas se dan en este expediente, dentro de familias de poder social y dinástico… Aquí están los Hati – Choasanguil, los Hati – Puchana, los Hati – Toaylín; y los Amanta – Hati, los  Cando – Hati, los Quinatoa – Toasigchi…” (Reino,  Memorias de Píllaro Colonial, 2001, p. 60).

Paso a releer el mi libro “Tisaleo Indígena en la Colonia”, (2002). Hay varios juicios por cacicazgos, y donde consta lo pertinente consta en el cacicazgo de don Polinario Agualongo, “Cacique de Santa Lucía, parcialidad de los indios mochas”. La notificación la hacen en 1665: Don Francisco Agualongo, de más de 70 años “casado en segundo matrimonio con doña Lucía Cuyantuli de 40 años. Tienen por sus hijos legítimos a Bentura Agualongo de 8 años y a Pasquala Agualongo de 4 años; y a Leonarda Cuyantuli de 14 años, y a Elena Cuyantuli de 2 años, y a Francisca Cuyantuli recién nacida. Y de doña María Quillago su primera mujer a: don Rafael Agualongo hijo legítimo del sobredicho según su aspecto y a la visita pasada de 30 años, casado de segundo matrimonio con Isabel Pérez de la misma edad. Tienen por sus hijos legítimos a Polinario Agualongo de 1 año; y de doña Cecilia Sanipatín su primera mujer, a Bernavé Agualongo de 6 años y a Gerónima Sanipatín de 4 años” (p. 81).

Vamos ahora con mi libro “Isamba  Ancestral” (2018). “Con la circunstancia de este litigio (de tierras), se han respaldado en sendos testamentos, cuyo contenido no solo va de interés en lo que toca a tierras, sino que nos da una visión del contexto general de la época. El primer testamento corresponde a Lucía  Sisinchimbo (1660) que estaba casada con Francisco Quinatoa, del aillo y   parcialidad de los Quisapinchas. Esta dice ser su familia “Iten declaro que soy casada y velada con Francisco Quinatoa,  del universal matrimonio  y que tengo por mis hijos legítimos a Petrona Auquisa, María Auquisa y Juan Albusig y Pedro Chimborazo que por ser hijos legítimos lo declaro en esta cláusula de testamento, y así quiero y es mi voluntad”. ¿Se dan cuenta cómo se transmiten los apellidos? Sus hijas son Auquisa; y los varones tiene su correspondiente apellido, probablemente paterno, pero diverso. ¿Subsiste lo que llamamos poligamia? Lástima que no se tenga información sobre este rastreo etnocultural. Cuando dice “que nosotros somos cuatro herederos Pedro Poaquisa, Isabel Caylín, María Caylín”, se repite lo argumentado”. (p. 137). (O)

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