Paranoia y autoritarismo / Esteban Torres Cobo
La pandemia nos va dejando secuelas mentales grandes. Paranoia para algunos y autoritarismo y morbo de control político para otros. Si la alcadesa de Guayaquil decide tomarse una cerveza al aire libre, con distancia y con evidente felicidad, hay crítica y crucifixión. Si circulan libremente los ciudadanos en sus autos, lo mismo. Y, además, prohibición y proscripción total.
En ciertas partes de Europa regresó el confinamiento total. Quince días o un mes, una verdadera locura. El gobierno central español, por ejemplo, y para golpear al gobierno local madrileño, se impuso en disposiciones y sanciones. Pirañas comunistas desatadas utilizando el encierro para sus fines políticos. De todo se ha visto en este atípico momento.
No recuerdo un momento similar en la historia en donde el autoritarismo encuentre mejor momento para prologarse, anclado en los Estados más grandes que se han visto. En los tentáculos del poder crece la prohibición, la paranoia y el control. Quizás las guerras mundiales podrían ser casos análogos, aunque el miedo hoy se ha esparcido más.
Precisamente por la información tan disponible, verdadera y falsa. Pensemos que en esas guerras mundiales ni las cúpulas militares y políticas tenían los datos claros y que casi todos los ciudadanos recibían pastillas de lo que sucedía. De hecho, algunos recién desayunaban una bomba luego de haber vivido apaciblemente por meses. Hoy eso cambió.
Quiero reflexionar sobre un dato que no se puede quedar olvidado respecto de esta pandemia. Hasta el momento han fallecido por ella un millón de seres humanos en todo el mundo desde hace diez meses. Normalmente y sin pandemia, fallecen 150.000 seres humanos en todo el mundo al día. Es decir que, con el virus chino, a las muertes de los 365 días del año se han agregado menos de siete días de fallecimientos. (O)