Parece que no entiendo. 2023

Columnistas, Opinión

Solo estamos conversando. Hay muchas cosas en esta patria, que no entiendo; o si entiendo lo que dicen, no entiendo por qué han ocultado verdades para beneficio de quienes siguen siendo ingenuos en estos pueblos. Una advertencia a los lectores debe ser la alerta que hay que demostrar ante el poder de la biografía, escrita por los aduladores, porque nos pueden vender la idea que hacen con las biografías del poder.

En mis manos tenía los apuntes de lectura de camino, iba explicando. Viajamos alucinando un tanto  sobre Luis Adolfo Noboa Ledesma, casado con la ambateña Zoila Matilde Naranjo Villota,  de quien se decía que vivió por La Serena; lugar que más parece a donde fue huyendo irresponsablemente porque había dejado en Ambato, según unos, y en Guayaquil, según otros, a su esposa  serrana, embarazada.

Como estoy escribiendo con mi prejuicio de la duda, advierto que el lector me ayude con este enfoque de lectura. ¿Quién de sus allegados o familiares sería realmente el autor de estos subsiguientes y contradictorios apuntes?:

La Serena tiene hermosas casas antiguas y calles de adoquines. En su malecón marítimo crecen las altas palmeras tropicales que por el clima, más bien frío, no dan frutos; pero allí también le fue difícil al joven profesional y tuvo que probar suerte en el vecino pueblo de Nogales, casi inaccesible por estar rodeado de frondosos bosques y espesas montañas, donde instaló su consultorio y prosperó, porque no habían dentistas.

En tan apartado como rústico confín, adquirió clientela por su «buena mano» para las complicadas extracciones dentales. Rápido con el gatillo, casi no ocasionaba dolor, por eso empezó a ser buscado y ganó dinero, aunque su extremada bondad le impedía ahorrar.

En cierta ocasión, tras realizar una operación difícil que salvó una vida, recibió excelentes honorarios que no tardó en entregar a una sociedad de beneficencia. !Así era de generoso! y como le gustaban los caballos finos, que para entonces constituían el único medio de locomoción en el campo, todo se le iba en eso. Quienes le conocieron y trataron le describen así: Joven, delgado, bien parecido, de modales finos, carácter entusiasta y dado a los jolgorios. La tez blanca rosada.

Releyendo esto, hasta ahora tengo la sensación que son notas autobiográficas o de  familiares, me insistió el investigador viajero. Un joven pobre, que fue empleado en los ferrocarriles en Ambato, en donde había dejado abandonados a su suerte a mujer e hijos: Zoila Matilde Naranjo Villota, y sus pequeños , que luego estudió odontología en  la Universidad de San Marcos en Lima, que buscó suerte en el desierto chileno, que no le fue bien en el pequeño puerto y se remontó  a Nogales, donde tendría los caballos finos y se relacionó con la beneficencia, sin especificar datos; que le iba mejor con los jolgorios es digno de una novela.

No entiendo lo que hacen los biógrafos, me dije a mí mismo. Unos ponen que estudió medicina y claro,  uno da como que hubiese terminado la carrera. Habrá que ir a verificar  en la Universidad  de San Marcos en Lima. Otros ponen que abandonó los estudios y fue aventurero y parrandero. ¿En qué quedamos? Pero en fin, estoy redactando el borrador de un primer capítulo que envuelve el misterio contradictorio en la que aparece la biografía de su hijo millonario, que es el motivo de mi investigación, puesto que se ha convertido en abuelo de quien va a dirigir los destinos de esta patria. (O)

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