Patria de la remembranza / Pedro Arturo Reino Garcés
“Cabalgata Bicentenaria del Ejército Patriota” (5 al 24 de mayo 2022 Guayaquil – Cuenca- Riobamba – Quito)
¡Patria mía! ¡Ah, Patria nuestra mil veces oh Patria!
¿Ya se oyen de nuevo las proclamas? ¿Quiénes habrán salido de sus tumbas? ¿Los tiranos o los libertadores? ¿Los soldados que defienden a sus amos o los que fueron acuartelados para levantar a sus hermanos del concertaje y la servidumbre? ¿Será que se han reencarnado los opresores o habrán vuelto a recoger su sangre derramada los que lucharon contra el despotismo de los explotadores? ¡Escuchad! ¡Haced silencio que hay voces que vuelven desde adentro de la tierra. Siento que los huesos están gritando porque ya ni la muerte soporta las injusticias. Ya presiento que por todo el horizonte retornan los soldados de la Patria difusa a retomar la dignidad de un pueblo, la libertad que un día costó sangre, y lágrimas, y llanto de los niños, y súplicas de las madres que entregaban a sus hijos para que la tierra sea libre de todos los déspotas que aumentan con los siglos como la mala yerba, como una rara plaga que enmohece los fusiles y apunta equivocadamente a sus hermanos; como una enfermedad del alma que corrompe los corazones de los que saliendo del pueblo se vuelven contra el pueblo.
¿Cuántos españoles manda la Madre Patria a reprimir a sus indios colonizados? Llegan a Quito 100 milicianos del Regimiento de Muricia y del Regimiento de Nápoles. Son expertos en guerras en Europa. Pero deciden que, mejor es sumarse a los criollos y 71 de ellos decide desertar (Juan Marchena, p. 65), saben que es mejor quedarse a gobernar.
Desde lejos yo creo que vuelven las proclamas de libertad para los débiles, para los que aran estas tierras, para los que pintan de verdes y amarillos todos estos páramos; para las mujeres que van hilanderando las neblinas y van tejiendo los rayos del sol en sus banderas. Vienen voces de la araucanía, de Salta, de Potosí, de Cochabamba, de Ayacucho, de Cajamarca, del Callao, de Guayaquil, de Maracaibo, de Boyacá, de Cartagena, de Otavalo, de Babahoyo, de Guaranda, de Riobamba. Vienen desde Cuenca y el Cañar por Alausí. Todos dicen que van hacia el Pichincha nuevamente. Vuelven a recordarnos que hay que barrer las injusticias de la historia. Vienen de muchas partes a recordarnos que las voces no se han muerto; vuelven a decirnos que los gritos están vivos; que deben estar vivos mientras hayan resucitado los tiranos. ¿Volverán buscando españoles o criollos que se creen más nobles con sus títulos comprados con la riqueza de sus haciendas?
¿Vendrá Sucre? ¿Vendrá montado en su caballo dulce resucitando desde los precipicios de Berruecos? ¿Vendrán tras él sus sicarios que fueron fusilados en Bogotá mientras se jaloneaban nuestra Patria sus calculadores asesinos? ¡Cuánto vale la sangre de quienes pelearon por heredar repúblicas, hacer constituciones, tener hijos para presidentes, familiares para que sean diputados, embajadores, banqueros, explotadores, vendepatrias! Viene la cabalgata de la fe, la cabalgata del civismo auténtico. ¿Vendrá la sombra de Bolívar en su caballo de nubes pintadas con todos los colores de las tempestades de sus repúblicas sufridas? Ya vienen cruzando las entrañas del Taita Chimborazo que nos está viendo desde siempre, como el sabio que ve desde sus canas lo que hemos hecho nosotros como hijos.
Pero escuchad los rumores que trae la cabalgata. Alguien está diciendo a nuestro oído: ““La versión del español y de su crío el criollo (mestizo) no es Historia; es historieta. La palabra propia del pueblo originario es Historia. La Historia es nacional, la historieta, es estatal. La Historia es clandestina, la historieta es oficial. La Historia es de la mayoría inmensa oprimida de la población. La historieta es de la minúscula minoría opresora. La historia es perseguida, la historieta homenajeada. La Historia siembra verdad, base de toda civilización natural y de toda rebelión victoriosa.” (Reinaga). Un cóndor ha traído estas palabras a mi oído, y yo las he repetido…