Pensamiento dominical
Porque es imprescindible defender con dignidad la democracia y la gobernabilidad, este domingo 21 de abril, tenemos un compromiso pendiente con la consulta y referendo para el que hemos sido convocados los ecuatorianos.
Hoy, más que nunca, agobiados por la delincuencia organizada, narcos y líderes camuflados que los aúpan y soportan, debemos mostrarnos unidos, solidarios, vigorosos, para decir sí a las reformas legales y cambios constitucionales indispensables para reencausar el desarrollo, la seguridad y la justicia.
Las peleas entre “buenos” y “malos”, no pasa de ser sino una suerte de ensayo situacional para auto-reconocerse, o quizás escapar, porque las definiciones de las fronteras políticas cada vez son más cercanas e imperceptibles y -con apenas una mirada- el don de la ubicuidad parece cobrar vigencia con la primera sílaba gesticulada afirmativa o negativamente.
“El que huye, vive” dice la gente, para caricaturizar y medianamente explicar la cascada de políticos que se ha dado de alta en embajadas o simplemente tomaron las de ‘Villa Diego’ y se mandaron a cambiar, para evadir a la justicia ecuatoriana.
Siendo objetivos, acotaremos entonces que, como país, nos encontramos en un momento crítico, con tensiones acumuladas, problemas no resueltos, aprietos financieros, escándalos de corrupción, desigualdad económica y social, división ideológica y polarización, liderazgos inacabados y fugas por desencanto.
Tanto, que el uso de eufemismos y la «lupanización» en la política, dos aspectos de la comunicación y retórica política no deben pasar desapercibidos ya que pueden tener un impacto significativo en cómo se perciben esas políticas y a los sujetos políticos por parte del público, para finalmente ser el detonante que nos aglutine, nos confunda o nos disperse.
Nuestro entorno indica que estamos en “punto de quiebre”, vale decir, en el momento exacto en el que se deben propiciar cambios significativos, instrumentar reformas profundas e incluso -colapsos políticos- que permitan entender y resolver la grave situación económica, la corrupción generalizada, la polarización extrema y la desinstitucionalización que nos consume.
Ahora, que las fechorías se loan cual rancheras y cantan a mandíbula batiente: autores, cómplices y encubridores de la tragicomedia nacional del SXXI, mientras son consideradas -por seguidores y adeptos- luchas epopéyicas para que el obnubilado pueblo “reconozca y emule” el patriotismo y desprendimiento de quienes antes de llegar no tenían nada y después que corrieron se han transformado en mecenas; es imprescindible defender con dignidad la democracia y la gobernabilidad ecuatoriana, para de una vez por todas acabar con ese estado de putrefacción. (O)