Pobres y empobrecidos 

Columnistas, Opinión

El empobrecimiento o pobreza se remite a ciertas carencias de bienes y servicios mínimos que determinada sociedad o el empobrecedor que puede ser el Estado y ciertas empresas.  En este sentido, el pobre sería aquel sujeto carente que no logra acceder a ciertos bienes y servicios básicos, determinados estos por ciertas relaciones sociales establecidas en determinado momento histórico. La población empobrecida sirve de base, a los distintos niveles de gobierno y empresas para justificar y legitimar operatorias vinculadas al ordenamiento espacial de la población en determinado territorio, me referiré al pueblo afroecuatoriano, cuyo empobrecimiento es alimentada desde factores de discriminación y exclusión; es un factor de poder y dominación. 

Dicho lo anterior, surgen estas preguntas: ¿qué tan pobres son los afroecuatorianos?, ¿su factor de empobrecimiento es consecuencia de la historia de discriminación que sobre ellos pesa desde la esclavitud?  

 Los afroecuatorianos no somos pobres, más bien nos han empobrecido, nos   han racializado y   discriminado, recordemos en que calidad humana  fuimos traídos desde el África, en ese lugar teníamos todas las comodidades, incluso riquezas, un proceso que comenzó con la esclavitud, se afianzó con el racismo, el colonialismo y, ahora, con la negación del carácter ciudadano de la afrodescendencia y la falta de estímulo al desarrollo de sus capacidades, nos siguen negando  los derechos políticos  y sus medios para participar en  el  ejercicio  del mismo,   y  de  derechos  socioeconómicos, este fenómeno se repite   porque lamentablemente no tenemos vocerías  en la cosa pública, ni siquiera en la Secretaria de Gestión y Desarrollo de Pueblos y Nacionalidades, y también en la SEIBE, cuyas secretarias, direcciones y coordinaciones lo dirigen  exclusivamente los indígenas y mestizos.   

Cuando se declara la abolición de la esclavitud en las Américas, los gobiernos republicanos, en lugar de reparar los daños materiales, culturales y espirituales que habían padecido los esclavizados, deciden más bien indemnizar a las elites esclavistas, dejando a los que fueron esclavizados sin tierra y sin oportunidades de inserción social, relegándolos a precarias condiciones sociales y aislándolos en las zonas más remotas. Desde entonces la vida de los afrodescendientes ha estado marcada por desafíos estructurales para su desarrollo, por el limitado acceso a los recursos, mano de obra y crédito, a los servicios de salud y educación especialmente, tierras productivas, agua para riego y capacitación.

Estos sentimientos de inferioridad van conformándose desde la acumulación de antivalores aprehendidos en las escuelas, reforzados por los medios de comunicación y otras instituciones formadoras, y se afianzan en el proceso de maduración del sujeto. Lo que rebajan su capacidad de competitividad, limitan sus ambiciones personales y terminan obstaculizando oportunidades de desarrollo económico, social y cultural, por todo esto, Mineduc debe actuar con una acción potencializadora a través del diálogo que posibilite generar un enfoque humanístico y ético, con un currículo que resalte los valores de la identidad afroecuatoriana y con textos escolares que muestren los aportes de los afroecuatorianos en la construcción de la nación. (O)

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