Pobreza ideológica y oportunismo
Las alecciones anticipadas convierten a los electores en simples consumidores de necesidades y deseos específicos. El resultado es la presentación de candidatos ajustados a los estudios de opinión, pero apartados de las ideologías de los partidos a los que representan y mucho más de las necesidades reales del pueblo.
Entre los rasgos más significativos de la política ecuatoriana figura la falta de consensos para conseguir un marco mínimo de gobernabilidad. Cuesta convenir en un proyecto a mediano o largo plazo. La inmediatés hace que los candidatos sin partido busquen auspicios o que los partidos sin aspirantes recluten o reciclen personal sin interesar su origen. Lo importante es aparecer en la papeleta. Si la suerte sonríe, hasta se pueden ganar una curul.
Salvaguardo honrosas excepciones, alguna habrá, el objetivo es cuidar el espacio de poder y los réditos que este poderío proporciona. Lo demás pasa a segundo plano. No hay otra explicación a la falta de memoria y convicción que facilita el cambio, no solamente de grupo, sino de tendencia ideológica cada cuatro años. Los que ayer eran de izquierda, ahora están en la vereda del frente. Otros, los supuestos indiferentes, justifican su falta de definición diciendo que las ideologías son cosa del pasado. Vaya error.
La ideología no es cualquier tipo de creencia, sino el fundamento que controla y organiza las afirmaciones socialmente compartidas. La corriente racista controla las actitudes frente a la inmigración; la feminista interviene en las maneras de ver el aborto y la ideología de género; las visiones socialistas, liberales, fundamentalistas,… establecen las certezas sobre el papel del Estado en la vida de los ciudadanos; etc. Las ideologías determinan valores como la libertad, igualdad, la justicia,…
Pero, pertenecer a un político o tener una orientación ideológica, ahora, parecería un despropósito. En las próximas elecciones, más de un candidato asegura no ser político. Cosa que es imposible. Tal vez, quieran decir que su hoja de vida no está manchada por elecciones previas. Sin embargo, alguna preferencia ideológica tendrán.
No es igual ser socialista o capitalista; no es lo mismo ser de izquierda, centro izquierda, derecha o centro derecha; no da igual ser comunista, fascista, demócrata, absolutista, liberal, nacionalista o neonazista; hay diferencia entre ser ecologista, feminista, provida o extrativista; el resultado no es igual cuando en el gobierno hay alguien convencido, bailarín u oportunista. De estos últimos, la papeleta tendrá dignos representantes.