Por los desaparecidos / Gabriel Morales Villagómez

Columnistas, Opinión

 

No debemos descansar ni un solo momento en la búsqueda de todos los desaparecidos. Son muchos y nos sobrecoge la indolencia y la forma y en cómo desaparecen las personas, sin que le importe a la mayoría de ciudadanos en dónde están. Deberíamos  todos, hacer hasta lo imposible por saber ¿Qué pasó con nuestros hermanos? ¿A dónde fueron todas las personas que nunca más llegaron a su hogar?

La lucha por las personas desaparecidas es una lucha tenas y  en soledad, nadie sabe ni entiende del dolor y la muerte en vida que sobreviven cada madre, cada hermano, cada pariente que han sentido desmembrarse su vida, a la espera de que un hijo, una hija, una hermana  lleguen a su casa.

Cuántos días de sufrimiento, cuántas noches de espera, cuánta incertidumbre, noches sin dormir, días sin vida, pensando en dónde están, qué acción emprender, a quien acudir, cómo hacer para dar con su paradero.

Nadie sabe, nadie entiende, nadie comprende el sufrimiento de sus seres queridos, la desaparición de un hijo o una hija, la forma en cómo cambia la vida de la familia para siempre, y de cómo hay que sobreponerse, para secar  las lágrimas y seguir adelante, para seguir viviendo, para que no impere el olvido, para que no se agoten las fuerzas y la desesperación no termine por destruir a toda la familia.

La lucha es  titánica, los familiares debe sostenerse en la oración y de la mano de Dios, de no ser así, no se sabe de dónde  se puede obtener tanta fortaleza, y energía para volver a empezar, para buscar ayuda, el tiempo se debe distribuir entre la fiscalía,  los amigos, los pedidos, las rogaciones, concentraciones de familiares de otros desaparecidos, entrega de hojas volantes, viajes a cualquier lugar del país, entre falsas pistas,  en donde pudieran haber indicios de encontrar a su familiar, gestionar mecanismos de búsqueda, acudir a autoridades y funcionarios públicos, medios de comunicación, quienes viabilicen o puedan dar indicios de  los desaparecidos.

No callemos,  no seamos indiferentes, seamos  solidarios, la lucha es de todos, no esperemos que nos toque a nosotros vivir directamente la desaparición de algún familiar.

Las personas no pueden desaparecer así porque sí, sin dejar huella, alguien debe conocer su paradero. Ayudemos a encontrar a todos los desaparecidos y  a mermar el sufrimiento de la familia, de quienes sufren lo impredecible por la ausencia de sus seres queridos, en el nombre de ellos, ayudemos a encontrarlos,  que ya suman muchos en Tungurahua y en el país. No seamos indiferentes. (O)

 

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