¿Por qué Ambato?
Tengo muy presente, el recuerdo cuando hace aproximadamente treinta y cinco años, junto a mis padres y hermanos, viajamos desde Latacunga para presenciar el desfile de las frutas y de las flores, con motivo de la celebración de las fiestas de Ambato; y, creo jamás hubiera pensado qué tal vez ese día marcaría de seguro, el resto de mi vida.
Una vez iniciado el desfile, viene a mi memoria la felicidad de mi señora madre, cuando vio que se acercaba un hombre muy elegante, de talla mediana que perfectamente caracterizaba al inmortal actor, humorista, productor y editor de origen británico Charles Chaplin, fue cuando llena de orgullo y emoción me decía ¡Es tu tio Efrain, mi hermano!, haciendo referencia que se trataba de mi tío materno, el señor Don Efrain Albán Ortega, de quien siempre guardó mucho cariño, respeto y consideración.
Aunque, les confesaré que de inmediato me pregunté, ¿Por qué tengo un tío ambateño?, pues no fue así. Debido a que después de muchos años, comprendería que el hermano de mi madre, al igual que yo, en diferentes momentos sucumbimos ante la belleza, encanto y seducción de esta noble, pujante y perfumada ciudad de las frutas y flores.
De hecho, también claramente recuerdo que siempre viajábamos Ambato junto a mis padres, especialmente cuando se acercaba el inicio del año escolar, debido a que, a criterio de mi querido padre, no existía mejor confección de uniformes, zapatos, medias y accesorios, que los hechos en esta tierra, donde el comercio, la producción y la manufactura de primera calidad es una característica básica del Ambateño y su trabajo.
Transcurridos, aproximadamente diez años, se presentó la oportunidad de establecer mi residencia en este suelo, según entiendo, por que mi padre transfirió su lugar de trabajo a esta ciudad; y, como era de esperarse me enamore de su historia, sus calles, su gente y especialmente de una hermosa y galante ambateña con quién a mis cuentas, “que por cierto nunca son acertadas”, llevamos algo más de veinte y tres años juntos.
Resulta imperioso, que cuidemos de nuestra tierra, que nos sintamos orgullosos de ella, tanto o más como nos sentimos de ella quienes no tuvimos la inmensa suerte de nacer aquí, como mi querido tío Efraín y yo, que apreciemos orgullosos sus parques, sus calles, sus casas y en especial su gente, es indispensable que siempre pensemos en Ambato, como la ciudad que entrega todo por nosotros, incluso sin pedir nada a cambio.
En fin, ¿Por qué Ambato?, la respuesta es por todo, porque a donde giras la vista ves belleza, por sus hombres y mujeres valientes y trabajadores, por su cultura, por su historia y tradiciones; y, especialmente, porque quién llega a ser parte de esta urbe de inmediato se siente propio y jamás se querrá alejar de ella.