POR UN NUEVO AMANECER
¿Qué estaría dispuesto a dar por un nuevo amanecer? Es una invitación a pensar en el “nuevo día”; y, después del “último”, reflexionar en los sacrificios, esfuerzos o cambios que alguien –cualquiera de nosotros– haría por un comienzo fresco, una novel oportunidad o una transformación personal; dejando atrás el pasado y soltando amarras emocionales o hábitos dañinos para comenzar otra vez, dispuesto a perdonar, a reconstruir la confianza y comprometerse con un salto positivo.
Un nuevo amanecer para el país simboliza una coyuntura de transformación, esperanza y renovación colectiva, la posibilidad de superar desafíos históricos, corregir errores del pasado y construir un futuro más justo y próspero para todos.
No obstante, unos cuantos preferirán “vivir en la felicidad de lo desconocido” y de esa forma -vegetar- sin hacer olas para no embravecer al mar, mientras pescan sin descanso y sin anzuelo “todo lo que caiga”. La consabida práctica de estar “en el momento y lugar correcto” sigue siendo una apuesta que contradice el fenómeno de aceptar o incluso apoyar propuestas, líderes o movimientos políticos que representan un cambio drástico, aunque sus implicaciones sean inciertas o impredecibles.
No podemos olvidarnos que estamos en un punto de inflexión en el que no cabe desestimar la renovación política y social, la erradicación de la corrupción, el combate y eliminación de la narco-violencia, la creación de instituciones más fuertes, transparentes y democráticas, el impulso al progreso económico, la protección de los recursos naturales y el ambiente para avanzar hacia un modelo sostenible de desarrollo que privilegie la unión de la sociedad, dejando atrás divisiones ideológicas y promoviendo el bien común.
Un nuevo amanecer para un país no solo implica un cambio de liderazgo o políticas, sino un compromiso colectivo de la ciudadanía para con la construcción de una visión compartida. Bien podríamos sostener que es confiar en el proceso, disfrutar el presente y valorar el misterio como parte esencial de la experiencia humana.
Pretender ‘vivir en la felicidad de lo desconocido’ no pasa de ser, entonces, la ilusión furtiva de abrazar la incertidumbre para aceptar que no todo tiene respuesta y encontrar gozo en las sorpresas, liberados de la rigidez del plan perfecto en procura de explorar, aprender y crecer con cada giro inesperado.
Cualquiera que fuese nuestra posición, recordar que somos parte de este espacio vital, de este suelo, aire y agua que nos alienta a seguir y¡qué mejor que apostando por un hecho cierto! mensurable y predecible, cercano a nuestros intereses, probado y dispuesto a no dar el brazo a torcer, pese a las amenazas y atentados direccionados a atemorizarnos y enclaustrarnos.
¡Que el Año 2025 sea todo un tiempo de transformación, esperanza y prosperidad!
¡Fuerte abrazo!