Por y para siempre

Columnistas, Opinión

El origen de Eva tiene variaciones de acuerdo con las ideas teológicas de occidente y oriente. Según nuestra convicción, el Gran Jefe durmió a Adán, luego le extrajo una costilla con la cual formó a la primera Eva. Cuando el éter empezó a desvanecerse, Adán despertó y tuvo la sensación de que algo le faltaba. Hizo auditoría de sus bienes anatómicos: dos ojos, dos orejas, dos brazos, dos manos… palpó las costillas y descubrió que faltaba una. «Me han descostillado», gritó.

Dice una antigua leyenda sánscrita que, en el principio del tiempo, el dios Tvashtri creó el mundo. De los elementos creó el sol, la luna, las estrellas, las montañas, los bosques y, finalmente, el hombre. Todos los elementos sólidos se agotaron en la creación del hombre.

Para la creación de la mujer, Tvashtri tomó la redondez de la luna, la facultad de asirse que tiene la enredadera, el temblor de la hier-ba, el terciopelo de la flor, la brillantez de los rayos del sol, la timidez de la liebre, la furia del tigre, la vanidad del pavo real, la dulzura de la miel, el ardor del fuego, el frío de la nieve, el arrullo de las aves. Tvashtri combinó los ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre. Los días del hombre se llenaron de felicidad. El mundo y el placer adquirieron sentido.

Sin embargo, transcurrió el tiempo, el hombre acudió a Tvashtri con varias quejas: «Señor, esta criatura que me diste me hace la vida imposible. Habla todo el tiempo, no me deja un momento libre, ya no la soporto. Requiere atención constan-te, llora por nada. No puedo vivir con ella, he venido a devolvértela.» Tvashtri la recibió.

 Ocho días después, el hombre regresó: «Señor, mi vida es solitaria y triste desde que te devolví la mujer. Recuerdo cómo bailaba, cómo reía, cómo llenaba mi corazón de dicha, cómo me confortaba cuando las tinieblas me rodeaban. Por favor, devuélvemela.» Tvashtri le entregó la mujer.

Pasó un mes, el hombre retornó con la misma terquedad de todos los hombres: «Señor, no acierto a comprender, pero ahora si estoy seguro que esta mujer me causa más fastidio que placer, te ruego que me la recibas por última. vez.»

-Vete de aquí y arréglate como pue-das, contestó Tvashtri.

-Pero es que no puedo vivir con ella, arguyó el hombre.

-Tampoco puedes vivir sin ella, dijo el dios.

Y así ha sido, es y será…por los siglos de los siglos. (O)

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