Preguntando por lo nuevo
¡Debemos primero trabajar para entendernos y no solo para ponernos de acuerdo!
Si llegamos a hacerlo, seguramente descubriremos que somos parte de un mismo territorio. Que estamos cobijados por un mismo emblema, que nos emociona entonar la misma canción patria, que nos preocupan las mismas carencias y que estamos dispuestos a superar similares dificultades.
Y ahí, es cuando -de cara a conseguir ese propósito- nos aturde el vendaval de criterios contrapuestos, intereses personales, privilegios, pertenencias, escapatorias, religiones, colores, formas, expresiones y gustos; para terminar, preguntándonos si estamos haciendo lo correcto o es mejor seguir cómo estamos, porque de esa manera “algo nos toca”.
Pasamos de inmediato a cuestionar citas y conceptos.
No importa lo que venga después.
Concierne atacar primero y reflexionar luego.
En seguida, se nos da por desentrañar el epígrafe «nuevo Ecuador» del que habla el presidente y supone el impulso de políticas y acciones en torno a la productividad, competitividad e innovación, con especial énfasis en el combate a la corrupción y la seguridad para el país.
Se da luz verde al debate y, con atención a sus integrantes, las posiciones varían desde señalar que se centra en una serie de promesas y reformas destinadas a transformar el país en áreas clave; hasta insistir en que no hay nada nuevo bajo el sol, porque no es sino más de lo mismo pero actualizado a mecanismos comunicacionales para captar votos.
Estas últimas afirmaciones, vienen respaldadas en gráficos de “electrocardiógrafos” con picos y simas en colores que se juntan y se alejan, dejando al ciudadano de a pie, en ascuas.
Lo único cierto es que, finalizados los conteos de votos de la consulta, la campaña política del 2025 se puso en el sitial de partida y desde entonces, potenciales candidatos, periodistas, medios de comunicación y redes sociales están tomando posiciones y calentando los oídos de quienes deben elegir.
A estos efectos, demeritar y alabar, son las más evidentes formas para contrarrestar y avanzar, sin olvidarnos que declararse y actuar en oposición, es la cereza del pastel para quienes, hasta no hace mucho, saboreaban las mieles del poder.
Por el momento no interesa la licitud de esas actividades, pero sí apuntar que -ciudadana y democráticamente- parecen inoportunas, tanto como pretender colocar en la óptica electoral como imposibilidad, que el mandatario interino aproveche su caudal de adhesiones y respaldos, sugiriendo en contraposición el despropósito de que se dedique con exclusividad a mejorar la situación nacional para dejar propuestas encaminadas al próximo gobierno.
¡La política es un juego de expectativas y, aquello, suena a egoísmo interesado! (O)