Profunda huella / Editorial
Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, ha dejado una profunda huella en sus doce años pontificado frente a la Iglesia Católica, fue electo en marzo del 2013 y el mundo católico se alegró de su designación, con su don de gente, la palabra amable y su sonrisa franca.
Fue el primer papa latinoamericano y de la orden de los Jesuitas, se opuso a la dictadura argentina y fue perseguido y calumniado por ello. En su pontificado aplicó cero tolerancias a los abusos infantiles, recuperando la credibilidad de la iglesia. Pidió a los sacerdotes que salgan a la calle, a los barrios, que lleven la palabra de Dios a la comunidad cristiana, que no se limiten a la comodidad de sus parroquias.
Practicó la austeridad en su día a día y mientras su salud le permitió realizó más de cuarenta viajes a los cinco continentes, visitó cerca de sesenta países, muchos de ellos con minorías católicas, llevando un mensaje de paz y hermandad.
Su mensaje nunca estuvo alejado de temas difíciles, abordó el problema de la migración, la lucha contra la pobreza, la protección de la naturaleza, la inclusión, la solidaridad y en su mensaje final pidió el cese de las guerras, especialmente en Gaza y Ucrania.
Ahora empieza un reto importante para la Iglesia Católica, encontrar al sucesor de Francisco, no será una tarea sencilla, pues ha dejado la vara muy alta. (O)