Psicopatología y poder / Dr. Guillermo Bastidas Tello
En una ocasión, corría el año 1971, le preguntaron a Michael Foucault por qué le interesaba tanto la política. Transcribimos aquí parte de su respuesta: ¿Por qué no debería interesarme? Es decir, qué ceguera, qué sodera, qué densidad de ideología debería cargar para evitar el interés por lo que probablemente sea el tema más crucial de nuestra existencia, esto es, la sociedad en la que vivimos, las relaciones económicas dentro de las que funciona y el sistema de poder que define las maneras, lo permitido y lo prohibido de nuestra conducta. Después de todo, la esencia de nuestra vida consiste en el funcionamiento político de la sociedad en la que nos encontramos. (Chomsky, Foucault y Elders, 1971).
Desde cuando fui estudiante de medicina me preguntaba ¿Cómo explicar que los gobernantes nacionales y locales sigan practicando políticas suicidas y homicidas en contra del pueblo? —¿Cómo explicar que una y otra vez, políticos y gobernantes que llegan al poder cedan ante misteriosas propuestas antidemocráticas y corruptas? —¿Cómo entender que la ciudadanía no acabe de rebelarse contra los demagogos de turno? —¿Cómo entender que la población siga votando por políticos procesados, sentenciados, corruptos y repletos de mentiras, trampas, deshonestidades e incluso delitos flagrantes? —¿Cómo explicarnos que sigan llegando al Poder los más ineptos, los incapaces, los incompetentes, los inútiles y mafiosos?
El ser humano es un ente biológico, psicológico, social, político, económico, cultural, espiritual y astrológico, en todos estos aspectos humanos se encuentra la explicación psicopatológica del comportamiento político del pueblo. La organización psicológica y la desorganización psicopatológica de la humanidad determina nuestras formaciones sociales que pasan de una patología neurótica, a una situación probablemente perversa, maligna y siniestra. Votar y seguir votando por quienes acaban con el Ecuador.
El comportamiento de la sociedad y de sus demagogos políticos de turno se lo explica únicamente bajo los diferentes conceptos que la Psicología Política ha desarrollado a lo largo de su investigación científica y conocimiento, desde el papel clínico de una enfermedad mental social hasta el asesoramiento en campañas electorales.
La realidad es que nos encontramos con políticos que posiblemente presenta algún grado de psicopatología y un pueblo contagiado de sus dolencias que desgraciadamente no sabemos qué hacer para controlarlos.
Puede que los síntomas de los politiqueros no parezcan graves, pero preocupa que personas con evidentes trastornos psíquicos puedan situarse al frente de puestos de gran responsabilidad y compromiso social. Estoy claro que a los aspirantes a médicos se les hace muchas pruebas para descartar a los individuos con alguna manía o psicopatía. Por lo mismo, sería útil que a los candidatos a altos cargos políticos se les hiciera algún test para certificar que no son peligrosos e ineptos en el ejercicio de sus cargos.
Estimado lector, no sea cómplice de elegir a incapaces, incompetentes e inútiles, el país necesita Estadistas Sabios para trabajar por el progreso y el desarrollo.