¿Qué nos dirán las voces del mañana? / Guillermo Tapia Nicola
Mirando con cautela los nubarrones de la historia y los aguaceros que pintan en el firmamento, cabe preguntar ¿qué nos dirán las voces del mañana? ¡Si! Aquellas que claman por un mejor país, en el que prime la tolerancia, el trabajo, la seguridad, la educación, la salud y mantenga una ventana abierta al futuro; que se muestre más solidario y sincero a la innovación, a la inversión, a la conservación y al respeto de la naturaleza, como garantía de vida.
¿Cómo lograrlo? Sin duda es el siguiente cuestionamiento que deviene como inevitable, cuando repasamos los comportamientos ciudadanos y la sucesión de contradicciones y desacuerdos descolgados de lo más íntimo de los intereses personalistas, cuando no de los posicionamientos políticos e inmediatistas.
En un panorama plagado de pitonisas, adivinos y solucionadores de cafetín, lo más seguro es que jamás se concrete una respuesta que -pensando en el bien común- acerque posturas y lime asperezas, para superar escollos y abrir puertas.
Es verdad que una propuesta amplia, que pretende introducir cambios en varios niveles del andamiaje jurídico nacional, causará un primer desconcierto, pero la lectura mesurada y sin apasionamientos, sumada al diálogo y al debate legislativo bien intencionado, podrían ser el camino para ensayar un análisis que supere la limitación de un informe “inmediatista y ajustado” a la primera línea de negación, como forma de impedir que la legislatura trate nada que altere la paz de la inmovilidad.
Ese contrapunto, ahondado por ciertos sectores, que no quieren ver la luz que disipa las sombras, ni escuchar la voz que rompe el silencio, se solaza con el imaginario de haber generado la ruptura del proceso y puesto cortapisa al desarrollo.
Quienes así piensan, parecerían estar ausentes de la Patria. Pues, no obstante vivir en su territorio -no terminan de enterarse- de las urgencias de una población que supera los cinco millones de desempleados, y requieren de una oportunidad para cubrir necesidades y proteger a sus familias.
Pero también, aquellos cómodos y hábiles dirigentes cuya autoestima les impide abrir espacio a los demás, porque temen perder sus canonjías y entonces se anticipan en señalar deméritos y hasta ver “cucos” en un proyecto que la mayoría no los divisa.
El Ecuador requiere dar un vuelco a esa forma perversa de comportamiento y maniqueísmo históricamente expuesto. Aunque la propuesta reforme distintas leyes, hay un solo hilo conductor y la Asamblea debía analizar, discutir, mejorar y buscar alternativas.
Si aquello no es posible, la iniciativa constitucional de consulta popular sobre los temas de interés nacional que se planteen, será el descenlace que evitará el desgaste innecesario del gobierno.
El Invierno Democrático sigue vigente.