Quien a hierro mata, a hierro muere

Columnistas

Casi al finalizar el 2024 y apenas iniciando el 2025, varios “compatriotas famosos”, miembros de grupos delictivos, se convirtieron en víctimas de otros delincuentes, de bandos contrarios.

Antonio Benjamín, también conocido como Ben 10, uno de los líderes de Los Chone Killers, pereció el 28 de diciembre en Colombia, junto a su hermano. El Gordo Mendoza, miembro del grupo delictivo Los Águilas, cayó en la prisión La Roca, el 8 de enero. Leandro Norero fue asesinado hace tiempo y Alias Rasquiña varios años atrás. La lista es larga.

Al parecer, resulta casi inadmisible que los líderes del crimen organizado alcancen la tercera edad para gozar de su jubilación. En este grupo de ciudadanos se torna bastante real el refrán popular, quien a hierro mata, a hierro muere.

El hierro es un material empleado para provocar lesiones. Así sucede con la espada o el puñal. Esto sugiere que, de forma constante, un individuo está propenso continuamente a recibir el daño en la misma medida y de la misma forma que causó sufrimiento a otro ser humano.

En el mundo delictivo, tanto el dinero como la autoridad pueden hallarse, de forma efímera, como en un sueño. Sin embargo, no deja de ser una situación que dura poco y termina mal. En este contexto, es imprescindible batallar para subsistir, dentro de un ambiente hostil y lleno de traiciones, donde se espera la caída de un líder para que aparezcan de inmediato otro. Aquellos que incurren en actividades delictivas dentro de las bandas criminales enfrentan grandes obstáculos para sobrevivir, esconderse o reincorporarse a la sociedad. No hay finales felices como en los relatos infantiles o en las telenovelas. A pesar de todo, muchos se aventuran o desconocen otra alternativa de vida.

En estas circunstancias, la respuesta del Estado no puede limitarse a invertir recursos en armamento de combate. También debería enfocarse en la atención social dentro de los sectores donde surge, se desarrolla y se reproduce el crimen organizado. Quizás pueda parecer idealista, pero es genuino pensar que la creación de posibilidades para progresar, sumada a una mejor calidad de vida, impedirá que numerosos niños, adolescentes y jóvenes se involucren en la delincuencia. Esto provocará una repetición menos frecuente de la frase: quien a hierro mata, a hierro muere. Pero, en la sociedad ecuatoriana, no todos no están preparados para esta conversación.

Deja una respuesta