Recorriendo la vida/ Jaime Guevara Sánchez
Las dificultades de la vida trae del exterior a amigos de hace un montón de años. Después de la conversación sobre temas afectivos, surge el cuestionamiento de rigor: “Y tú, ¿Qué has hecho de tu vida? ¿Qué es lo que haces?”. Varias veces tengo la tentación de contestar: “trabajo para el gobierno, tengo un empleo de gobierno, una ‘pega’ esencial para la seguridad nacional, soy ciudadano”.
Si el bienestar de mi país depende de mí, me parece justo pensar que yo debería ser responsable de mi hoja de servicios, en la misma forma que espero que todos los funcionarios, electos o designados, rindan cuentas de su trabajo y de los dineros confiados a ellos. Me gustaría decir que mi trabajo habla por mí y que me siento complacido de lo hecho.
Sin embargo, el amigo que viene del exterior, a los años, insiste “Pero, ¿qué mismo es lo que haces?”. Lo que realmente quiere saber es en qué, cómo, he utilizado mi tiempo. Intento satisfacer la razonable curiosidad del inquiridor.
Calculo que el tiempo transcurrido de mi vida lo he consumido aquí y allá. Cerca de 1.000 horas volando a otros países sin desaparecer en los mares, el Mar Muerto incluido; 30.000 horas lidiando el tráfico para movilizarme de un lugar a otro, pretendiendo llegar a mi destino en una sola pieza; 870.000 horas haciendo cientos de “colas”, llenando solicitudes, formularios, pagando cuentas, leyendo periódicos, libros, revistas y cuanto impreso se cruza en mi camino; vistiéndome y desvistiéndome, asistiendo a sesiones del comité Equis, Ye, Zeta; enfermándome, curándome, y toda esa clase de cosas; 29.450 horas comiendo, 2.508 horas bañándome.
Y 317.000 horas de trabajo. Cuando tú terminas de sumar y restar no es mucho lo que “queda”. No hay más remedio que tratar de insertar donde sea lo que con mucho optimismo denominamos “las cosas buenas de la vida”.
O si no es posible incluirlas, entonces hay que hacerlas al mismo tiempo que todo lo demás.
Todo lo cual conduce a tratar de explicar por qué no me preocupo por el significado de la vida. Lo que realmente me preocupa es “mí” significado “en” la vida, en la vida mía y en la vida de los demás; día a día, hora tras hora, mientras hago lo que estoy haciendo, cualquier cosa que sea. Lo que cuenta es lo que pienso de mí mismo mientras estoy atareado.
Por ejemplo, la mayoría de estas cuartillas son escritas bajo la influencia del desasosiego que es el estado normal del articulista, es el resultado de cumplir con la fecha de entrega. El columnista vive en un mundo donde el tiempo está siempre a punto de agotarse. La hora de su reloj interno marca dos minutos para la media noche y el trabajo está a medio hacer, o… quizás no ha logrado empezar todavía.
Y usted, amigo lector. ¿qué mismo es lo que hace en su vida? (O)