Reducción del aparato burocrático / Mirian Delgado Palma
No es desconocido para todo el pueblo ecuatoriano que en la administración del expresidente Correa la estructura organizacional del Estado se transformó en su totalidad, y con ella, la burocracia creció excesivamente, pues había que cubrir los puestos creados en la nueva estructura del Estado, con personas ajenas a los perfiles de los puestos de trabajo.
Esta irracional decisión le significó al Ecuador una exagerada e injustificada erogación remunerativa que afectó directamente a la economía del país. Lamentablemente la nueva organización fue impuesta sin que se haya analizado los problemas estructurales y los procedimientos establecidos, sustentados en estudios técnicos dirigidos a optimizar la infraestructura que garantice el logro de los objetivos preestablecidos, asignación correcta de funciones y la optimización de los recursos. (si se determinaron…)
Cuando el Lic. Moreno asumió la presidencia, el Ecuador tenía 627.491 funcionarios, pero a marzo de 2020 se registraron 633.564 empleados públicos, es decir 6.073 más que hace dos años y 10 meses (Primicias, mar/2020), datos que demuestran una escala ascendente de crecimiento de los servidores públicos, que perciben jugosos sueldos del erario nacional, en la mayoría de los casos por el arte de saber bostezar y número de horas sedentarias improductivas. A esto sumémosle la incorrupción imparable de los rateros de cuello blanco.
Para una mejor comprensión e ilustración de quienes se interesan por la economía y suerte del país a continuación se cifran datos remunerativos de la burocracia:
“El promedio general de sueldos mensuales de la burocracia pública en 2019 fue de $1.665 dólares ($9.975 millones divididos para 499.004 funcionarios); esto es, más de cuatro veces el salario mínimo vital de 2019. Los ingresos de la burocracia pública son muy superiores a los que se pagan en el sector privado. En el Estado existe un gran número de funcionarios con sueldos entre $2000 y más de $4.000 al mes. En el Ecuador existen 4.3 millones de pobres que sostienen sus precarias vidas con ingresos menores a $84,82 al mes. De otra parte, existen 4,9 millones de personas que naufragan en el desempleo y en las diversas formas de desempleo e informalidad. Mientras, el 2,9 por ciento de la población que en 2019 significó la burocracia pública, utilizó para su manutención toda la recaudación de IVA e impuesto a la renta” (Primicias/2020).
Es impensable una reforma inmediata del Estado burocrático como condición sine qua non improrrogable para la “reforma económica”. Es inaplazable hacer fuertes recortes en el aparato administrativo y cuando sea necesario simplificar la estructura que se compadezca con la realidad nacional. El problema de las reformas del Estado es también político.
A fin de operativizar la reducción del aparato burocrático es preciso empoderarnos todos/as de la situación precaria que actualmente advertimos en Ecuador, de manera que es urgente movilizar la solidaridad de los grupos, los partidos políticos y el pueblo en general.
Por falta de visión, objetivos claros y concretos, fallan muchos esfuerzos económicos, y se agudiza el problema. La “crisis de la utopía” nos está quitando la capacidad de soñar (a lo mejor ya la perdimos) para enfrentar con vigor e imaginación nuestros problemas nacionales. Es hora de que el pueblo despierte del letargo, alce su voz y su puño, para apoyar con valentía y decisión los nobles ideales del presidente Lasso, trabajando juntos por un nuevo Ecuador. (O)