Reflexión y lucha / Editorial

Editorial, Opinión

   El pueblo tungurahuense recordó ayer un año más del Terremoto de 1.949, sismo que dejó grandes consecuencias negativas como la destrucción del cantón Pelileo antiguo, así como el impacto psicológico de ciudadanos, quienes fueron testigos de este suceso natural que generó pérdidas humanas y materiales. 

  Pese a esto, tanto el pueblo ambateño como el pelileño ha logrado, hasta la actualidad, levantarse y resurgir como ciudades prósperas en el ámbito económico comercial, tras volver a tener actividad, luego de tantos años, ante el movimiento telúrico que golpeó a muchas familias. 

  Hoy en día, gente recuerda como si hubiera sido ayer este hito que marcó un antes y un después de la vida cotidiana de las personas y solo perdura el nefasto recuerdo que invita a la reflexión y entender que, a pesar de las dificultades y circunstancias, en unidad y hermandad, los pueblos renacen de las cenizas. 

  El sismo suscitado en la década de los 40’, así como otros parecidos como fue en el 2016 en la zona costera, es una advertencia a las personas para entender que muchas veces nos preocupamos por lo material y dejamos de lado nuestra salud, olvidándonos que el hecho de estar vivo, es el bien más preciado que podemos rescatar  y atesorar.  (O)

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