REGLAS, VISIÓN Y EXPERIENCIA / Mario Fernando Barona
Si le enseñamos a un niño a jugar ajedrez desde cero, tardará en aprender las reglas digamos que una media hora, pero con total seguridad perderá, si no todas, la gran mayoría de sus primeras partidas. El niño conoce las reglas del juego, pero aún no sabe a dónde ir con cada movimiento y tampoco sabe qué esperar de los movimientos del contrario, en otras palabras, le faltan dos ingredientes fundamentales para convertirse en ganador: visión y la experiencia que da la práctica.
Este mismo niño, años más tarde convertido ya en una celebridad mundial por su imbatibilidad en el ajedrez está jugando una partida y tiene que elegir entre unos treinta movimientos posibles en cada posición, en una partida típica las blancas y las negras realizan cuarenta movimientos por turnos, por lo que la cifra de posibles partidas diferentes asciende a 10 elevado a la 120 variantes (un 1 seguido de 120 ceros). Para determinar todas las partidas posibles, los superordenadores actuales tendrían que pasar 10 elevado a la 90 años calculando. Dicho de otro modo, si hubiera (que no lo hay ni lo habrá jamás) un ordenador 100% invencible, este tardaría el tiempo que lleva existiendo el universo desde el Big Bang multiplicado por varios miles de millones en hacer la primera jugada. En resumidas, es imposible que la computadora más avanzada del mundo venza siempre a la visión y experiencia de un campeón mundial de ajedrez. Y sí, podrá hacerlo con muchísimas partidas, pero jamás con todas.
Aquí nace una disyuntiva, porque saber las reglas del juego, trabajar con una visión clara y acumular experiencia determinan bastante del éxito en la vida, es decir, la hábil combinación de estos tres elementos puede convertirle en un ganador, pero ojo, en un ganador en busca de objetivos honorables o también en un ganador persiguiendo objetivos deshonestos.
De hecho, el éxito populista de la izquierda corrupta se debe precisamente a eso. Conocen tan bien las reglas de la política que no tienen empacho en romperlas cuando les conviene. Su visión es engañar con cantos de sirena a un montón de incautos que en cambio las ignoran. Y finalmente, es innegable su enorme bagaje de experiencia gracias, muchas veces, a los yerros de la derecha que les ha permitido gobernar. En definitiva, han ganado poder, pero sus objetivos son mezquinos y están nutridos de mentira.
Mientras fue gobierno, Rafael Correa supo combinar con exitosa desvergüenza estos tres factores, pero así como hemos visto que pueden ser extraordinarios, su mal uso también saca a relucir el lado más vulnerable de estas herramientas. Correa en Ecuador, Kritchner en Argentina, Lula en Brasil, Morales en Bolivia y Castillo en Perú entre varios otros pícaros representantes del Socialismo del siglo XXI, cayeron porque ningún logro malintencionado será eterno por más visión y experiencia que ostenten.