Rehenes de verdad / Esteban Torres Cobo
La joven congresista norteamericana del Estado de Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, tuvo una intervención esta semana en uno de los comités de la legislatura que no tardó en hacerse viral. Ocasio-Cortez, que no es precisamente de mi devoción por sus posturas irreales, populistas y de extrema izquierda (es una mini Pablo Iglesias del Bronx) hizo, sin embargo, algo interesante.
En un país donde la industria del lobby está completamente regulada y donde es legal que cualquier sector social o econonómico presione al poder público para defender sus intereses (recordemos que en el Ecuador esto es ilegal y no está regulado), la congresista cuestionó a una serie de expertos y concluyó que, al menos en el Congreso de los Estados Unidos, varios de sus integrantes probablemente son rehenes de dichos grupos de poder en su trabajo diario.
Pero más que en Estados Unidos o en Ecuador, el caso de España en estos momentos críticos ejemplifica más aquella dependencia política de los apoyos que se reciben cuando se alcanza el poder. Sánchez, el presidente que fue investido como tal sin haber sido diputado y sin tener mayoría de su partido en el legislativo, revive cada día la prisión a la que lo han sometido los partidos independentistas y los que odian la unidad de España.
El presidente de Cataluña lo obligó a señalar a un negociador, entre algunos de sus pedidos, para que medie entre el Estado español y la Comunidad de Cataluña. Algo tan inverosímil como si el prefecto de la provincia de Tungurahua le obligase al presidente del Ecuador a nombrar a un mediador para arreglar una crisis donde el punto esencial es que Tungurahua quiere separarse del país. ¡Lo que se ve hoy en día! (O)