ROBOS CUÁNTICOS / Mario Fernando Barona
¿Puede algo ser muy popular y a la vez desconocido por completo? Pues sí. Tal vez el caso más representativo de este aparente sinsentido sea la física cuántica, un término popularizado y escuchado con frecuencia en nuestros días, pero que desconocemos totalmente de qué trata.
A diferencia de la física clásica que estudia el mundo macro como la mecánica, la física cuántica analiza el comportamiento de las partículas más pequeñas del universo, incluso más pequeñas que el átomo, mismas que van en contra de cualquier entendimiento lógico, racional y aceptable (en otra ocasión haré que le explote la cabeza explicándoselo a detalle). Ahora nos convoca conocer porqué se llama cuántica y de dónde proviene su nombre.
Fue el físico alemán Max Planck quien en el año 1900 acuñó el término “cuántica”. Planck sabía que al calentar un objeto, por ejemplo un trozo de metal, hacemos que sus electrones (partículas subatómicas) vibren más rápido y por tanto emitan radiación o dicho de otro modo, emitan luz, por eso, cuando el metal está muy caliente va cambiando de color: lo vemos rojo, naranja y si lo calentásemos lo suficiente llegaría al azul. El caso es que creyó, equivocadamente, que esa energía se perdía de forma fluida y continua, del mismo modo que un niño que se columpia se va frenando poco a poco hasta detenerse del todo. Pero no. Planck comprobó que los electrones se saltan las normas clásicas al confirmar que la energía viaja en pequeños paquetes indivisibles a los que llamó “quantum” (cantidad de energía). En otras palabras, el proceso de radiación con el que gana o pierde energía un objeto se produce en infinitesimales bloques y no en un solo proceso largo y continuo; es como si el niño del columpio se fuese frenando a base de pequeños tirones y no en una sola y constante pérdida de energía. Lo curioso, además, es que esos pequeños saltos o paquetes cuánticos son tantos y tan insignificantes que el ojo humano los percibe como un movimiento continuo.
Ahora que ya sabe que la cuántica son bloques inconmensurablemente chiquitititos de energía, permítame, para que quede aún más claro, hacer un símil con los políticos ladrones, esos que acostumbran robar de forma cuántica, por ejemplo, al calentar el puesto en la asamblea o al aceptar un cargo sin estar preparados. No obstante, los correístas, abanderados de la corrupción, no solo se dedicaron al robo cuántico a diestra y siniestra, sino que se especializaron sobre todo en los macro-robos, en esos que siendo monumentales y por tanto imposibles de ocultar los niegan, secundados igual por los líderes indígenas que, como ahora, paralizan el país y también nos roban en grande la paz y el derecho a circular, trabajar y crecer. En los dos últimos casos, haciendo gala de la física clásica.