RUSIA Y SUS “ALIADOS” / Mario Fernando Barona
El 28 de julio de 1914 dio inició la Primera Guerra Mundial. El 1 de septiembre de 1939 ocurrió lo propio con la Segunda. Y espero sinceramente que el 24 de febrero del 2022 no sea recordado en el futuro como el comienzo de la Tercera Guerra Mundial (TGM). Es que lo que se vive en Ucrania con la invasión rusa a ese país evidentemente es una guerra -aunque no lo reconozca así el atacante- y si aún no es mundial es porque cada minuto, cada hora y cada día que transcurre amenaza con convertirse en una.
A parte de Venezuela, Cuba y Nicaragua que no son ni significan nada y que sin embargo hicieron el ridículo mundial anunciando públicamente su apoyo a Rusia, ningún otro país lo ha hecho formalmente, es más, España, Chile (el gobierno electo) y México países de tendencia abiertamente socialista han condenado duramente la ofensiva rusa, y la superpotencia China, que se supone debiera secundar a pie juntillas a su aliado número uno, ha mantenido prudente silencio. Más bien, incontables países del mundo y sus mayores potencias han mostrado un contundente respaldo a Ucrania y la OTAN.
Ahora bien, los pocos países que se supone apoyan a Rusia en este cobarde ataque tienen un inconfundible denominador común que los distingue cual llama en la penumbra (siendo ellos la penumbra), y es que cobijados bajo regímenes socialistas cuentan con líderes eternizados en el poder (léase dictadores) como es el caso de los ya citados Venezuela con el chavista Nicolás Maduro que llevan 23 años en el poder; Cuba con los Castro, sesenta y tres años; Nicaragua con Daniel Ortega que ya suma más de 20 años; además, Bielorrusia con el dictador Aleksandr Lukashenko con casi tres décadas como presidente; Tayikistán cuyo presidente Emomali Rahmon lo es desde 1992; y qué decir del mismísimo Vladimir Putin, quien ostenta poder desde 1999 como primer ministro, presidente interino y ahora como presidente electo de Rusia desde el 2012 hasta la fecha, y no piensa irse porque el año pasado cambió las leyes para poder ser reelecto por dos periodos consecutivos de seis años cada uno cuando termine el vigente en el 2024.
Así las cosas, la TGM no sería simplemente la cola de una inacabada Guerra Fría, sino el verdadero trasfondo de estatismo y liberalismo, es decir, un enfrentamiento entre bloques de regímenes autoritarios con líderes eternos versus países democráticos con presidentes respetuosos de la alternancia del poder. Para quien aún no han marcado posición, solo este ‘pequeño – gran’ detalle debiera ser absolutamente decidor.