Sabemos que no sabemos / Kléver Silva Zaldumbide
Buscar una calibración mental es el fenómeno de abrirle campo, siempre y cada vez, al conocimiento de los pasos para avanzar, de a poquito, en el crecimiento personal reconociendo e identificando lo que no conocemos, dando acceso a la posibilidad de que existen otras ciencias, otras culturas, otras filosofías, quizás hasta más profundas que la nuestra, reconociendo que estas cuatro paredes llamadas occidente pueden no ser todo el planeta, y que, en cualquier cultura, pueden haber errores o vacíos de información, ya sea por la diversidad de enfoques científicos, filosóficos, históricos y socioculturales existentes en este mundo o inclusive que podamos ser víctimas de intereses creados para un enriquecimiento monopólico y que nos “vendan” información contrariamente a la intención para el que fue desarrollada tal o cual ciencia. Esto podría ser posible, ¡y que liberador sería hacerlo!, si dejamos a un lado el astuto y sagaz fenómeno del autoengaño que está a servicio de las apariencias creadas por el mundo externo que nos moldea y nos hace perder lo genuino, lo lógico y racional. Ser rigurosamente realistas con nosotros mismos esforzándonos por evacuar un patrón conductual acumulado que nos ha hecho creer, en una dirección totalmente contraria a la modestia intelectual, que “sabemos que sabemos” en vez de “sabemos que no sabemos”.
Llega a ser hasta un inconveniente moral el camuflado y silencioso método que nos han enseñado de esconder nuestra ignorancia: “! Nunca muestres tu ignorancia, disimúlala disfrázala, enreda, ¡miente!”. Se sabe que la consecuencia de un excesivo uso de máscaras hace que se pierda identidad y que al final nos perdamos nosotros mismos en el tumulto de la apariencia, permitiendo que el miedo a revelar nuestra ignorancia sea potencialmente peligroso para la seguridad propia y ajena mostrando una imagen de que “la sabemos todas”. En el confucionismo este fenómeno se asemeja a un estanque sucio, en donde el agua luce transparente y pura, pero bastaría con un leve golpecito para que la suciedad que se aloja en el fondo empiece a enturbiarlo todo.
El saber que no sabemos o dicho de otro modo el dar la posibilidad de que lo que sabemos no es todo en el universo es permitirnos que se inicie en nosotros un proceso de “depuración” mental que permita salir a flote nuestra sabiduría latente sin dejarnos perturbar del dolor y el miedo de aceptar que muchas de las cosas a las cuales nos aferramos y que pensamos que es lo único cierto, nos generen una falsa seguridad sin saber que no son más que formas irracionales de autoengaño y una mala costumbre de “inmovilizarnos”.
El solapado cinismo ególatra camuflado bajo un endiosamiento circunstancial sólo conduce a una persona a tener una conducta impositiva de suposiciones y pronósticos arbitrarios, y si ese comportamiento transmite a sus semejantes estará solamente manipulando negativamente a esas mentes que creen en él, que suponen que sabe a la perfección lo que ellos no saben. (O)