Salud mental en las cárceles / Dr. Guillermo Bastidas Tello
Ansiedad, estrés, depresión y psicosis. Estas son las patologías más comunes que los presos padecen en las cárceles. El encierro sin rehabilitación o las amenazas constantes por grupos de poder inciden en el deterioro de la salud mental, que se deben atender permanentemente.
El Servicio de Rehabilitación (Snai), la entidad que maneja las penitenciarías, corrobora este dato. Los 63 psicólogos, que prestan sus servicios en los 54 reclusorios en el país, deben atender a 39 000 internos, aquello es inhumano para los trabajadores de Salud Mental y para los privados de la libertad.
En informes de la Defensoría del Pueblo también se advierten problemas para atender la salud mental de las personas privadas de la libertad. Un documento publicado en el 2020 indica que “el número de personal es insuficiente” y que tampoco existen “las condiciones de seguridad y privacidad necesarias” para las terapias y psicoterapia.
En El Rodeo (Manabí) se registró la falta de medicamentos para pacientes psiquiátricos; “no se contaba con un programa permanente para el tratamiento de adicciones”. Defensoría dice que los problemas persisten en varios centros del país.
En las investigaciones para determinar qué sucedió en las últimas masacres carcelarias, existe información de que al interior de los pabellones se encontraban personas con comportamientos agresivos, con problemas en el control de impulso sexuales y de agresividad, autodestructivos, con trastornos de personalidad, alucinaciones e ideas delirantes, esquizofrenia, psicopatías que no recibían tratamiento alguno.
En videos difundidos el presente año sobre las masacres carcelarias, cuando se registró la matanza, se observaron ejecuciones con cuchillos y palos, desmembramientos, decapitaciones, apuñalamientos, incineración de cuerpos, jugaban y pateaban las cabezas de los decapitados; todas ellas conductas psicopáticas o fuera de la realidad que ameritan un tratamiento Psiquiátrico.
La Policía tiene información de que las “manifestaciones de odio, rencor, antipatía, venganza y crueldad” que se observaron durante la jornada de la crisis carcelaria van más allá de “ajuste de cuentas” o mensajes dirigidos a organizaciones criminales rivales. Existe un comportamiento psicopático que amerita tratamiento e intervención en salud Mental.
En la Provincia de Tungurahua la Fundación “Hugo Enrique Bastidas Cuesta y la Dirección del Centro de Privación de la Libertad a cargo del Abogado Sebastián Rosero estamos desarrollando un proyecto de atención en Salud Mental para las Personas Privadas de la Libertad.
Esperamos la participación de las autoridades para que tenga un buen término el proyecto que se ejecutará desde enero del 2022. (O)