Sangre en la madrugada
La tranquilidad de la madrugada en Ambato se quebró como un cristal frágil a las 00:30 de ayer. En la esquina de las calles Paltacalo y Yahuarcocha, un grito ahogado y un forcejeo rompieron el silencio nocturno, anunciando que algo terrible había ocurrido.
Apenas pasaban unos minutos desde el suceso cuando un vecino del sector escuchó los ladridos frenéticos de sus perros. Intrigado y con cierto temor, salió de su casa y se encontró con una escena que jamás podrá olvidar: el cuerpo de un hombre yacía en la acera, inmóvil, con el cuello marcado por la brutalidad de diez cortes profundos. Con manos temblorosas, tomó su teléfono y marcó el 911, intentando articular las palabras para describir la escena dantesca que tenía frente a él.
Minutos después, al lugar llegaron las unidades policiales del circuito Simón Bolívar, junto con un paramédico, quien confirmó lo que todos temían: el hombre no tenía signos vitales. La muerte había llegado con violencia y en completo anonimato, pues no se encontró documento alguno que permitiera identificar al fallecido.
En la penumbra de la madrugada, mientras la brisa helada se mezclaba con el olor a sangre, un segundo vecino, se acercó para ofrecer un indicio clave: un video captado por las cámaras de seguridad de su vivienda. Las imágenes eran crudas, casi insoportables. En ellas se veía cómo dos mujeres forcejeaban con la víctima mientras un tercer hombre, cuya identidad sigue siendo un misterio, aparecía en la escena. Tras un breve pero violento intercambio, el hombre caía al suelo, y las mujeres desaparecían en la oscuridad.
La madrugada se convirtió en un frenesí de investigación. Con los primeros indicios, las unidades especializadas de Dinased y Criminalística comenzaron un barrido meticuloso de la zona. Poco antes del amanecer, en una vivienda cercana, la clave del caso se reveló. Durante un allanamiento, los agentes hallaron un canguro negro, dos pantalones grises y un cuchillo con mango de madera, todos ellos manchados con la evidencia irrefutable de un crimen despiadado.
En un rincón de aquella vivienda, ocultas bajo una cama, estaban las presuntas responsables: dos mujeres nacionalidad extranjeras, luego atraparon a otro hombre. Las tres personas fueron aprehendidas de inmediato, con sus rostros marcados por una mezcla de frialdad y resignación. El cuchillo ensangrentado, testigo mudo del horror, selló el caso en una madrugada que Ambato no olvidará. (I)