Santa Semana… / Andrea Manjarrez Ocaña
Todo era tan fácil un par de décadas atrás, cuando la Semana Santa se convertía en días de regocijo familiar, grandes reuniones para compartir la deliciosa fanesca y meditar sobre la importancia de nuestra fe, días enteros viendo películas bíblicas, padres respondiendo mil preguntas a hijos que se mantenían atentos del por qué, existían días donde el misterio, el compromiso religioso, la sensatez, la tranquilidad se palpaba en el ambiente. ¿Por qué murió Jesús?, ¿Para qué?, ¿Por qué existió tanta maldad antes?, ¿Existe ahora?, preguntas que se daban después de mirar varios filmes que demostraban cuanto sufrió el hijo de Dios, mismo que vino a la tierra a ser luz y mostrarnos el reino divino, pero pago por nuestra propia mano, todos los pecados que cometió la humanidad y continúa haciéndolo. Por qué no nos hacemos ahora esas interrogantes que albergaba nuestro corazón infantil, en la adultez, donde un juicio de conciencia no vendría mal, con cuanta pena se nota que a nuestro alrededor se perdió la verdadera importancia del temor a Dios, de lo especial de nuestra fe, de la verdadera razón por la que vivimos Semana Santa; se convirtió en costumbre y lo peor en un feriado más, donde las vacaciones son la razón principal, donde el tema de a dónde ir y que hacer es de lo único que se habla, donde la programación televisiva ahora solo brinda diversión y ya no cantidad de contenidos para recapacitar, sobre la intención de esta fecha. Estamos a tiempo, debemos hacer un examen para medir nuestra ortodoxia, para comprobar cuan fiel le somos a la religiosidad, a la sinceridad propia con uno mismo, al equilibrio total con nuestro ser supremo y así con el prójimo, familiares, amigos, entorno, recordemos vivir una Santa Semana… (O)