Seguir luchando…/ Washington Montaño
Dedicado al ejemplo vivo del justo en todos sus actos.
Es una vergüenza que sobrepasa los límites nacionales y se conozca a nivel internacional, lo que acontece con los “viejos” maestros, una burla cruel que arrasa con los derechos humanos y que obligó a docentes de la tercera y hasta cuarta edad, asumir con entereza, la lucha por el derecho a una vida de dignidad y más si son las personas que en mucho hicieron por estas generaciones de desmemoriados.
Duele, molesta, indigna y el espíritu se rebela ante tanta ignominia de los secuenciales ofrecimientos realizados por todas las autoridades del ámbito educativo y administrativo del estado. Es mala fe, discurso del engaño vil, mala intención, doble moral, el haber incluido en la Constitución el “estímulo para la jubilación de los docentes” sin haber contado con el respaldo económico para ejecutarlo en todos los años de vigencia.
Que no hay dinero. Falso, de falsedad absoluta, porque allí están las cuentas internacionales de “todos y todas los y las corruptos, mañosos, sociolistos, seudo revolucionarios de la peor calaña que se pueda haber visto”, allí están las propiedades mal habidas, los bienes adquiridos con dinero sucio; allí está el dinero que va a devolver Odebrech, el de Topic, el del petróleo prevendido y devuelto, las garantías por las grandes construcciones con sobreprecio y problemas estructurales, los dineros desviados a empresas offshore y detectados por la Uafe.
Qué desfachatez la de un funcionario del gobierno, salir a decir muy suelto de huesos, de que se va tener que solicitar el apoyo de los empleados públicos para pagar a los jubilados. Eso se llama miseria y miserables, porque en tiempo de vacas gordas, nunca se acordaron de pagar, hicieron los mismo que este gobierno clonado del anterior, entregaron bonos hasta pasar el show y de los pocos que se entregaron, muchos los vendieron con un castigo financiero enorme para la escuálida economía de los maestros, pero fabulosa para las casas de valores que como buitres carroñeros se lanzaron ante la angustia, la necesidad y las exigencias de las enfermedades de los viejitos jubilados.
Y todo tiene un límite, porque la paciencia se termina cuando las necesidades del hogar se multiplican y las medicinas escasean, porque el efectivo solo alcanza para sobrevivir. Qué m… importa, dormir con dolores en el frío quiteño, si de a poco van quedándose en la calle; ya lo que las fuerzas les daba, como varones y mujeres de bien, soportaron durante días los ofrecimientos, pero eran “palabras, palabras” que no dan para comer y lo que se quiere es efectivo.
Mucho tiempo habrá de pasar y de esta ejemplar lucha de la tercera edad va a quedar la huella del reclamo justo, digno, respetuoso pero frontal y sin claudicaciones; porque alcanzaron el objetivo que les unió, fraternos, compañeros, unidos por este destino cruel que lo manejan las personas, muchos profesionales formados por los maestros, se volvieron obstáculos, analistas vagos con mediocres propuestas y soluciones tontas. Bien por los viejos maestros que siguen enseñando que la vida del jubilado no debe ser de limosna, desesperanza, de letargo y llena de necesidades, sino una vida de dignidad para los pocos o muchos años que Dios en su infinita generosidad les entregará.
“La dignidad no se compra en el mercado, se siembra, cultiva y vivifica toda la vida” Mi abrazo cariñoso a los maestros de mi Patria. (O)