Septuagenarios y memento mori / Luis Fernando Torres
Trump va por los 73 años de edad y sus posibles contendores demócratas, Biden y Sanders, tienen 78 años. El multimillonario Bloomberg, que se gastó 400 millones de dólares en las primarias del Partido Demócrata, está en ese mismo rango de edad.
La vejez no es un problema en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Grupos multicolores de jóvenes abrazan las propuestas de los septuagenarios. El socialista Sanders tiene obnubilados a los milenials con sus propuestas sobre la educación universitaria gratuita y el perdón de las deudas universitarias de estudios.
No siempre los ancianos han dominado el territorio electoral allá. Clinton y Kennedy fueron elegidos presidentes cuando habían pasado la barrera de los cuarenta años de edad. Los Bush, padre e hijo, no llegaban a los sesenta años cuando asumieron la jefatura de Estado.
El último septuagenario en gobernar el Ecuador fue Sixto. Los demás presidentes del retorno a la democracia han tenido, en general, más de cuarenta y menos de sesenta años de edad.
Lo que está ocurriendo en las presidenciales estadounidenses, con liderazgos septuagenarios, demuestra que la ancianidad, en política, es un factor a tenerse en cuenta.
El más célebre líder septuagenario es Churchill. En 1951, a la edad de 77 años, asumió la jefatura del gobierno de Gran Bretaña, y a los 81 años, en 1955, se vio obligado a renunciar, luego de haber estado en la política activa por sesenta años. Según Colville, la renuncia transformó a Churchill en “un viejo entristecido”.
Tales eran los deseos de Churchill de seguir en el poder que, al rechazar el ducado que le había ofrecido la reina al conocer su renuncia, le dijo a su amigo Colville: “Me gustaría morir en la Cámara de los Comunes como Winston Churchill, nada más”, sin que se me llame Duque de Bardogs o algo parecido.
El más importante líder nacional en el siglo XX, José María Velasco Ibarra, fue elegido presidente del Ecuador, por quinta ocasión, en 1970, cuando tenía 77 años. En 1972, a los 79 años, fue depuesto por los militares y enviado al exilio en Buenos Aires.
“Memento Mori”, es decir, “recuerda que morirás”, era el lema con el que los antiguos romanos les recordaban a sus gobernantes que no eran eternos. Para los más ancianos tal pensamiento retumbaba menos en sus oídos que para los más jóvenes. (O)