Ser un instrumento de Dios
Por: Kléver Silva Zaldumbide
¿No te estresa llevar toda tu vida estudiando y sentir no saber todavía suficiente por lo extenso de la ciencia que escogiste estudiar? Escuela, colegio, y 6 duros años de pregrado, luego el internado rotativo confinado día y noche en los hospitales haciendo de todo, sigues con el sacrificado año de rural lejos de la familia trabajando en lugares inhóspitos y sin los materiales básicos. Continuas con el arduo estudio para el concurso a médico residente y si lo consigues, tendrás unos años de turnos extenuantes y trabajo a presión. Vendrán largos días y noches para el abnegado concurso para el posgrado que si lo ganas serán de tres a cinco años de turnos de claro a claro, estudios, trabajos académicos, exposiciones y demás. ¿Que tu Navidad, tu año nuevo, tu día de la Madre, y más fechas familiares, signifique estar de turno o que tu fin de semana sea tan corto que no alcanzaste a estudiar ni terminar con los trabajos de la semana? ¿Que tu meta sea cada vez más compleja y que tengas que esforzarte días y noches enteras para mantenerte actualizado? Que tengas que renunciar a pasar con tu familia, con tus hijos, con tus amigos y tener que decir; “Estoy de turno, quizá mañana, o el fin de semana, no lo sé…” ¿No te entristece luchar y a veces hasta llorar de impotencia por los obstáculos y la gente negativa que encuentras en tu camino que no avanzan ni te dejan avanzar? Que parece que no podrás lograr lo que te propones y que día a día tu principal trabajo sea salvar obstáculos. Que perdiste más de lo que has ganado desde que entraste a esta carrera (una vida personal, familia, amigos, diversión…etc.). Las Frases: “me voy a ir, “esto no es lo mío”, ¡son parte del lenguaje cotidiano que escuchas a tu alrededor! sin embargo continuas adelante ¿Qué tal cuando después de terminar un trabajo todavía tienes carga asistencial y académica de los otros y todos te exigen como si estuvieras fresco? ¿Será que la recompensa a todo lo sufrido al final valga la pena?
Es entonces cuando te preguntas ¿en verdad vale la pena tanto sacrificio?… Alguien respondió con palabras que nunca olvidaré: “Has sido encomendado por Dios para salvar la vida de muchas personas, para hacer más fácil la de otras cuantas, y para sanar heridas de miles. Te ha sido difícil llegar hasta aquí, pero créeme que lo volverías a hacer si fuese necesario porque ésta es tu vida.” ¡Y es cierto, no hay mayor satisfacción que devolverle la salud y la sonrisa a un ser humano, eso desvanece todo cansancio, toda frustración y da fuerza para seguir en esta lucha de seguir avanzando! ¡Nunca te des por vencido!!
¡Escogiste la profesión indicada !!…ser médico no es jugar a ser Dios… es el privilegio de ser un instrumento de Dios. Él sabe escoger a sus siervos y te escogió a ti, solo quiere hacerte más fuerte, y por eso permite que tengas que sortear tantos obstáculos pero que Él mismo te ayudará vencerlos. Siempre piensa en hacer lo que amas ya que esa intención te hará sentir felicidad porque el que hace con el alma lo que ama estará irremediable y benditamente catapultado al éxito. Las cosas que te harán sentir serenidad y satisfacción son, no tanto, el haber obtenido algo sino el sentir que lo mereces… ahora, o en el momento oportuno que Dios determine.
Dedicado a ti estudiante o médico humanista que no sesgas tu sapiencia por ambiciosos intereses económicos y que, con abnegación, pasión y entrega, día a día te esfuerzas por dar lo mejor de ti, renunciando a soberbias y engreimientos que tus conocimientos pueden hacer de tu labor una vil explotación hacia tu prójimo. (O)
Medicina Integrativa Oriental