SERIE LOS VALORES HUMANOS: EL AMOR / Patricio Chambers M.
Entre todos los valores que pudiésemos señalar, seguramente no hay otro más grande que el amor.
Si quisiéramos definirlo de alguna manera, diríamos que el Amor (con mayúscula) es aquella fuerza universal que mantiene la unidad del Todo (también con mayúscula). Es esta palabra la que encontramos en la boca de los grandes Maestros de la humanidad y es la manera más cercana que tenemos para hablar de Dios. El Amor es universal y eterno.
El amor une, lo contrario separa. Entre sus propios atributos está también ser sabiduría, pues quien ama de verdad lo que hace es capaz de ver, conocer y comprender a cabalidad lo que ama. Amor y sabiduría son expresiones esenciales que se manifiestan a través de la energía y la vida, pues del amor surge la vida con toda su energía.
Este valor universal se expresa en lo humano como un sentimiento real y profundo, mostrándose de manera muy diversa, en circunstancias cotidianas tanto como en los momentos de mayor misticismo y trascendencia.
En la antigua Roma, la diosa Venus representaba este valor. Resulta interesante conocer que se la presentaba como una realidad doble: por una parte, Venus Urania simbolizando el amor celeste y, por otra, Venus Pandemus como símbolo del amor carnal. Estamos ante un mismo sentimiento, pero su objeto es distinto en cada caso.
De esta manera se dejaba en claro que una cosa es el amor a Dios y otra, el amor a lo mundano, pues el primero tiene que ver con lo sagrado y lo segundo, con el apego a lo material. Lo que ocurre en nuestro caso es que, por razones de lenguaje, carecemos de un término que los distinga utilizando así la misma palabra para realidades diametralmente opuestas.
Sea como fuese, este valor humano se manifiesta a través de aquel sentimiento de afecto hacia los demás y lo demás, que siempre busca lo mejor para ellos. Entonces no es únicamente ese sentimiento que nos une a la persona amada, sino el lazo que nos vincula con otras realidades.
Podríamos mencionar muchos ejemplos de expresiones de amor, pero por razones de espacio mencionaremos sólo algunos, empezando por una de las formas más puras que podemos constatar: el amor de una madre, que lo da todo por el bienestar de sus hijos. También nuestra Madre Tierra acoge amorosamente a toda forma de vida, la desarrolla y la transforma, pues la naturaleza es muestra de ello.
Está el amor filial que permite que los lazos familiares se mantengan gracias a esa energía especial que vincula entre sí a sus miembros. Si pensamos en educar, un maestro ha de trasmitir sus conocimientos con amor a sus discípulos. Cuando se construye algo en beneficio de otros, es una muestra más de ello. En fin, acciones de servicio a los demás son formas desinteresadas de amar.
Es la fuerza del amor lo que mueve al mundo y por amor todos estamos en él.