Serie los valores humanos: El orden y la elegancia / Ing. Patricio Chambers M.

Columnistas, Opinión

Continuando con nuestras entregas de esta serie, hoy abordaremos los valores humanos del orden y la elegancia.

Partamos con la idea de que el orden no es un invento humano y, no lo es porque de hecho el universo entero guarda un orden y una armonía en todos sus planos. De igual forma, la naturaleza presente en nuestro mundo se manifiesta de manera ordenada y todo trabaja en función de esto.

Pero la manera como las cosas existen y se relacionan en estos ámbitos, no responden a categorías humanas sino a realidades universales y naturales.

Dentro de todo esto, nos encontramos los seres humanos, pues como afirma el filósofo Jorge A. Livraga, somos parte de la naturaleza “ni sus dueños ni sus esclavos, sino parte de ella” y siendo así participamos de ese orden natural, baste ver cómo funciona por ejemplo el cuerpo humano para percatarnos de ello y cuando se pierde esa armonía, caemos en la enfermedad.

Esto último implica que el ser humano necesita vivir en armonía tanto consigo mismo como con su entorno exterior y, en ese caso es fundamental tener una noción clara del valor del orden, el cual nos lleva a buscar permanentemente que todo esté debidamente dispuesto.

Al respecto Delia Steinberg Guzmán explica que “ordenar es poner cada cosa en su lugar y saber encontrar el lugar adecuado para cada cosa.”, así que el hacerlo depende simplemente de nuestra voluntad.

En cuanto a lo colectivo, lamentablemente la sociedad actual vive en un tremendo desorden, lo cual ha acarreado innumerables problemas y enfermedades de todo tipo, por lo que es urgente volver a los elementos esencialmente humanos.

De ahí que el otro valor que trataremos en esta entrega sea la elegancia, a pesar de que hoy por hoy no se hable de ella como un valor, porque no se tiene real conciencia de que constituye una cualidad relacionada con elementos superiores como la belleza y la armonía.

La elegancia también es una expresión del orden pues para alcanzarla hace falta un sentido claro de armonía entre los elementos que conforman determinado aspecto. Esto no sólo se aplica a las personas, sino también a diferentes expresiones de los distintos reinos de la naturaleza. Por tanto, hay una forma de ser elegante en cada caso.

Por tal razón, el practicar el valor de la elegancia nos hace más humano pues si carecemos de ella nos gana lo instintivo hasta incluso asemejarnos a los animales. Cuando nos referimos a alguien como una persona elegante se debe a que combina sus trajes con armonía y buen gusto, además actúa con naturalidad y distinción.

A la elegancia también la encontramos en las formas bellas con las que expresamos nuestros pensamientos, así como en el saber hablar y escribir correctamente. Este valor se lo evidencia con un comportamiento adecuado y buenos modales en sociedad. En fin, lo elegante está dotado de gracia, nobleza y sencillez. (O)

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