SERIE SOBRE LOS VALORES HUMANOS: LA AMISTAD Y LA TEMPLANZA / Ing. Patricio Chambers M.
Los valores humanos, a los cuales estamos dedicando esta serie de artículos, se manifiestan en los distintos planos de nuestra propia existencia, es decir hay valores relacionados con nuestro cuerpo físico y vital, pero también los hay de aquellos que tienen que ver con la parte emocional y afectiva en cada uno de nosotros. En este ámbito se inscriben la amistad y la templanza.
En cuanto a la amistad, lo primero que nos gustaría mencionar es que es una de las formas más bonitas de amor y por ello incluso, una buena parte del mundo acaba de celebrar en este mismo mes el Día del Amor y la Amistad.
Se trata de un afecto profundo que lo establecemos con otras personas por afinidad y simpatía, generando confianza plena con ellas. En muchos casos un hermano llega a ser también un amigo, pero siempre un amigo de verdad es un hermano más para nosotros.
La amistad en general implica respeto, paciencia y constancia. El amigo perdona sin dejar de señalar lo que se debe corregir, impulsando a su par a que sea cada vez mejor. La auténtica amistad es solidaria porque a través de ella compartimos penas y dolores para hacerlos más llevaderos, así como alegrías y logros, que ante el amigo se agigantan.
Existen diversos tipos de amistad y de ellos nos gustaría resaltar una que por más amplia y profunda es muy rara en mundo de hoy, se trata de la amistad filosófica, la cual según Delia Steinberg Guzmán “entraña un amor al conocimiento del uno al otro, la que pasa por encima del tiempo y las dificultades, la que genera lazos de auténtica fraternidad, aunque no haya vínculos sanguíneos de por medio… es filosófica porque hay amor y necesidad de conocimientos.”
Por otra parte, cabe recordar que este gran valor humano se pierde cuando cae en manos del interés egoísta.
El otro valor que hemos querido traer a la mesa es la templanza, como aquello que nos permite saber conducirnos a nosotros mismos evitando excesos y guardando moderación en todo.
La templanza es una expresión de la nuestra fuerza de voluntad. El filósofo Platón en su obra La República, la considera como una de las cuatro virtudes cardinales, señalando que ella se encuentra subordinada a la razón del individuo y por tanto permite el control de uno mismo.
En una de las grandes obras del pensamiento hindú, como lo es el Bhagavad Gita, se puede ver representada esta virtud a través de la figura del carruaje del príncipe Arjuna que es tirado por dos caballos. Se explica que nuestro cuerpo es como el carruaje y nuestra mente, las riendas que han de templarse para conducirlo por el camino justo.
De ahí que la templanza permite al individuo tener dominio y control sobre sus actos, logrando mantener el equilibrio frente a las cosas y circunstancias de la vida, evitando caer en excesos.