Sí que es de asombro

Columnistas, Opinión

Con verdadera desesperación, antes que el banderazo oficial de partida se haga visible, los candidatos presidenciales -cada uno por su lado- dieron rienda suelta a su campaña aprovechando el apagón. Todas las voces, todas, excepto una, se encendieron y al unísono como en “Fuente Ovejuna” empezaron a gesticular su inconformidad, de la mano de un sin fin de soluciones que se les ha ocurrido, así de pronto… de la nada, por obra y gracia del espíritu “altruista y desprendido” que les guía y alumbra.

En realidad, todo aquello llevaría a suponer que esa evidente falta temporal de energía eléctrica, activó las estáticas neuronas de muchos de los “elegibles” para echar a andar la carreta de inculpaciones y señalamientos en contra del gobierno en funciones porque -a su juicio- es el único causante de la falta de previsión, inexistente planificación, suspensión de las lluvias, incandescente sol, daños en termoeléctricas, averías en las presas, cambio climático y falta de caudal para mover las turbinas, etc., etc.; porque hace diez meses unos iluminados (de aquellos -solícitos pitonisas- que no faltan) ya le advirtieron de la sequía y no hizo absolutamente nada. 

Diez meses. ¡Sí!  Es casi como hablar de todo el paleozoico… 

Felizmente, no todos los candidatos se obnubilan y apuestan por uno que otro chispazo de sinceridad.

¡Con el apagón… qué cosas suceden!  Así suena una alegre melodía que animaba fiestas, y parafraseándola diríamos que, el ave desaprensiva que hoy cacarea no hace mucho desesperado piaba buscando protección y amparo bajo el cobijo de un par de alas (más grandes) que salgan en su defensa.

Pero la mente frágil con facilidad olvida penas y sufrimientos, violencia y muerte. Una vez superadas o abatidos, da paso a otros que actualizan sus temores y sus angustias. Ese es el panorama desolador de la inconsciencia e ingratitud que se cierne entre manos mientras alguien le libere y se encargue de dar atención a sus problemas.

Cómo superar la autoestima tan venida a menos, si los mejores ejemplos a emular no son aquellos que supondríamos, sino los liderazgos de mafias, narcos y pandilleros. Cómo elevar nuestra motivación si a cambio no contamos ni tan siquiera con el respaldo y apoyo de los más cercanos, peor de los que se mantienen distantes para “no contagiarse” y por contrario, nos inundan de epítetos, diatribas y sin razones permanentemente.

Entonces, qué podemos exigir de quien nos dirige, si no somos capaces de arrimar el hombro y brindar un mínimo de comprensión a lo que acontece como resultado de otras imprevisiones y desafueros que, un gran número de beneficiarios de aquellas épocas, han borrado de su imaginario.

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