Siempre es bueno pensar en la estrategia / Edison Narváez Z.

Columnistas, Opinión

En esta época de constantes cambios y de incertidumbre del entorno es imperativo conservar la tranquilidad para vislumbrar oportunidades y pensar con un enfoque estratégico para innovar, crear, implementar y dirigir las acciones que las organizaciones requieren para enfrentar con éxito el mercado cada vez más interconectado y competitivo.

Para dirigir las organizaciones se requiere claridad sobre cómo se adoptan hoy las decisiones más acertadas, para saber lo que serán las empresas del futuro, y comenzar a construirlo ahora, teniendo presente que todo lo que ocurre hoy tiene explicación en las decisiones tomadas en el pasado.

Para que las empresas puedan crecer con racionalidad, estas deben pensar más en lo estratégico que en lo operativo, lo cual supone cambios en la estructura, estilos de dirección y forma de delegar y controlar.

La competitividad exige visualizar el futuro de la organización, capturando y analizando la información para lograr eficiencia en la gestión desde varias perspectivas como: Financiera,  Clientes, Procesos y  Talento Humano.

Evidentemente, es menester que las organizaciones puedan alinear a sus empleados con la estrategia, traducirla en términos operacionales para poder adaptarse a nuestro entorno cambiante de negocios.

De la misma manera es necesario identificar hacia dónde va la organización, es decir dibujar un puente para establecer en donde estamos ahora y hacia dónde y cómo queremos llegar. (O)

La idea es Incrementar la rentabilidad de la inversión, por medio de un aumento de ingresos, el incremento de ingresos es posible con la ampliación del volumen de ventas de una cartera de productos o servicios y logrando un mayor volumen de venta por cliente.

Por otro lado es necesario lograr una propuesta de valor al cliente para precisamente generar volúmenes de ventas esperados es decir  crear relaciones perdurables y de largo plazo con los clientes mediante una excelencia de los servicios, generar satisfacción, fidelidad, adquisición y rentabilidad.

Sin embargo para lograr alcanzar los objetivos propuestos, es necesario  tener dentro de la estructura organizacional personal eficaz, empoderado y comprometido, con información oportuna y fiable de los clientes y de sus relaciones con la empresa, de los procesos internos y de los impactos de sus decisiones sobre la rentabilidad del negocio.

Evidentemente es necesario que la alta dirección este comprometida en este proceso, pues la estrategia debe asentarse sobre dos pilares: El liderazgo y la ejecución. En una época de constantes cambios como la que estamos viviendo, el liderazgo se hace más necesario, porque las empresas no solo buscan la supervivencia, sino un direccionamiento, una visión, y ésta solo la puede generar el líder. En medio de la incertidumbre, siempre es bueno pensar en la estrategia, y  el líder debe empujar a vencer el miedo a la innovación y al aprovechamiento de oportunidades que se presentan en el entorno.

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