Signo del zodiaco / Jaime Guevara Sánchez
El astrónomo Clyde Tombaugh se quemó las cejas, los ojos y lo sesos observando el espacio infinito. En aquel tiempo, 1930, ‘vigilar’ el cosmos con telescopios rudimentarios no era cosa sencilla; la electrónica no llegaba todavía a los observatorios astronómicos. Tombaugh “detectó” un punto fascinante en el firmamento. Midió su radio, 1.160 km (0.18 veces el radio de la Tierra). Calculó la masa, la distancia al sol, rotación, traslación, etc. ¡Eureka!, gritó, “he descubierto un nuevo planeta”. Los sabios del mundo reconocieron el hallazgo y lo ubicaron en el Sistema Solar como planeta número nueve.
Por su lejanía y otras consideraciones lo bautizaron como Plutón, nombre tomado de la mitología romana. Plutón es el hermano de Júpiter (Zeus) y de Neptuno (Poseidón). Cuando estos tres dioses se repartieron el gobierno del universo, a Júpiter le correspondió los cielos y la tierra; a Neptuno, los mares; y a Plutón, el inframundo, los quintos infiernos. Plutón es el dios de los infiernos.
Escorpión es el octavo signo del zodiaco, signo regido por Plutón. Los astrólogos se han hecho la plata con la predicción del destino de hombre y mujeres nacidos escorpiones y escorpionas; personajes y personajillos, gobernantes honestos y corruptos, asaltantes de caminos, artistas, hombres buenos y de otros; como los hay en todos los signos zodiacales.
Hoy, astrónomos y científicos modernos han vuelto a medir Plutón. Las muevas medidas muestran que se trata de un chiste del cosmos. Por votación unánime, lo han degradado, Plutón ha dejado de ser planeta, ha sido borrado del Sistema Solar. Por consecuencia lógica, desaparecen también los escorpiones.
¿Qué pasará con todos los marchantes que desde 1930 creyeron en Plutón y sus designios?, pues nada. Los escorpiones humanos, con dos dedos de frente, tienen la gran oportunidad de olvidarse del zodiaco y de los charlatanes que viven de los ingenuos. La mejor guía es trabajar inteligentemente, seguir los pasos de gente triunfadora.
Y aunque Plutón no hubiera perdido su categoría de planeta, su masa es tan pequeña y su ubicación, infinitamente lejana, que si influencia necesitaría años luz para llegar a los mortales ‘escorpionenses’. En estos días, astrólogos y adivinos andan forjando cuentos demenciales para tratar de explicar lo inexplicable. Ojo con ellos.
Por último, dejar de ver escorpiones tiene su ventaja capital. Cuando el escorpión y la escorpiona hacen el amor, al escorpiona aprovecha que el escorpión queda ‘desgualingado’, hecho un trapo; clava su aguijón en lavase de la nuca, el escorpión muere. La escorpiona se da un tremendo banquete con el cadáver de su amado…sin sal y sin limón.