Silencio electoral

Columnistas, Opinión

Nietzsche (1844 – 1990), filósofo alemán, dejó escrito: “El camino a todas las cosas grandes pasa por el silencio”. Ahora que estamos en veda electoral, ojalá esta sentencia se convierta en augurio para el próximo domingo. 

Oficialmente, la campaña terminó y los candidatos están impedidos de publicitar su figura política o propuestas para ganar la simpatía de los votantes. Todo lo que tenían que decir está dicho y se abre el espacio de reflexión sobre las cosas que esperamos que sucedan. Aunque, la verdad, el final de la campaña es oficial solamente para el Consejo Electoral. Por ilógico que parezca, gracias a la Corte Constitucional, los anuncios en redes sociales no están sujetos al control ni a las leyes. 

El silencio electoral es el lapso en el que rigen prohibiciones legales específicas sobre la propaganda política. De acuerdo a cada país, comienza días u horas antes de las votaciones y termina horas después de cerrarse los recintos electorales. La legislación varía para cada país. En Alemania, Estados Unidos o Reino Unido, no existe normativa al respecto ni se conocen restricciones. Por algo será.

En teoría, la finalidad es permitir que los votantes mediten la decisión de apoyar una u otra propuesta. Junto a este objetivo, la ley busca evitar la concurrencia de incidentes entre simpatizantes de diferentes candidaturas. A esto le acompañan otras medidas como restringir la venta y consumo de bebidas alcohólicas, negar la realización de espectáculos públicos y prohibir bajo pena de sanción publicar resultados de encuestas los días previos a las votaciones. 

En la presente elección, sui géneris, el silencio electoral llega en medio de la desilusión, decepción y apatía general; con ataques a los antagonistas; promesas de cambio ampulosas y ofertas utópicas. Los mismos argumentos que escuchamos cada vez que hay elecciones, se han presentado esta vez, pero no dejamos de apostar por alguna propuesta, convencidos de consolidar la justicia social que ha sido infamemente traicionada en cada gobierno de turno.

La desilusión se percibe en la calle, sin embargo, ya que estamos en aparente silencio electoral, cabe informarse para hacer uso del voto consciente y como protesta frente a la realidad que vivimos. El gobierno y los asambleístas que salgan de estas elecciones tienen la misión de rescatar al país. Es bueno sufragar pensado que alguien está en capacidad de hacerlo. Si bien, estando como estamos parece improbable estar peor, aún así, siempre será posible caer más abajo. (O)

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