Sobrevivir… / Andrea Manjarrez Ocaña
El comercio vuela los precios suben, los sueldos bajan, los impuestos ascienden y así el nivel de subsistencia cada vez es más inestable, la delincuencia no aminora y la seguridad es cada vez más incierta. Asaltos a mano armada, asesinatos, secuestros, crónica roja inconcebible pero cierto se vive con la zozobra del dudoso caminar diario; de aquel lunes selvático, donde las ferias libres siguen agobiando al consumidor, atestando las calles sin permitir el tránsito vehicular normal del centro de la ciudad, manteniendo a los comerciantes ambulantes en la inquietud de siempre por no poder realizar sus ventas en términos legales y la comodidad necesaria, provocando a la vez automovilistas conmocionados y peatones en peligro; compra y venta de productos robados a plena luz del día; calles en reconstrucción que provocan el malestar entre los conductores; en fin esta clase de malestares sociales son los que agobian al ambateño caracterizado por su alegre, optimista y pacifico transitar, libre del estrés de las metrópolis donde la gente poco se preocupa de crecer en espíritu más solo piensan en engordar la billetera, ascender en posición jerárquica y aquellos temas triviales y sin sentido que aportar en la globalización mas no, en el progreso del mundo entero. Causa temor, desconcierto, apatía, frustración, y una pizca de enfado quizá el abordar temáticas que preocupan a todos los nacidos en la ciudad jardín, de cultura, hombres y mujeres trabajadores e ilustres, donde han prevalecido los principios, urbanidad, buenas costumbres ante la malevolencia de la sociedad occidental enajenada por las características de lo nuevo, denominado modernismo, encasillado en aquel estereotipo publicitario, exigente y competitivo. En esto se ha convertido la vida, tarea difícil y un tanto monótona, pero con mucho pesar “real”, y a pesar de ser un escenario lamentable es necesario Sobrevivir…