Soledad y muerte en habitación de alquiler

El silencio de la tarde ambateña fue roto por el sonido de las sirenas. Eran las 16:30 horas del martes 11 de marzo cuando la Policía Nacional llegó hasta la intersección de la avenida Atahualpa y Ramón Salazar. La alerta provenía del ECU-911: una persona había sido hallada sin vida en el interior de una vivienda.
Una mujer de 59 años, fue quien realizó la llamada. Dueña del inmueble, relató que desde hacía días un olor extraño inundaba la casa. Alquilaba una habitación en el segundo piso a Edwin Celestino Godoy Mosquera, pero nadie lo había visto en al menos dos semanas.
Los agentes, al llegar, pudieron divisar el cuerpo a través del tragaluz del techo. Estaba acostado en la cama, inmóvil. No había signos de violencia evidentes. Personal de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida (Dinased) y Criminalística realizaron el levantamiento del cadáver.
No hubo gritos ni lamentos. No había familiares esperando respuestas ni amigos tocando la puerta. Solo el peso de la soledad y la incertidumbre de una vida que se apagó en silencio, dejando tras de sí preguntas sin respuesta.
El caso quedó en manos de las autoridades para determinar la causa de muerte, pero una certeza quedó flotando en el ambiente: a veces, la muerte llega sin que nadie la note. (I)