¿Solo para locos?/ Kléver Silva Zaldumbide

Columnistas, Opinión



La New England Journal of Medicine ya a principios del 2000, decía que el estrés explica el 75% de los padecimientos de hoy en día. La respuesta se encuentra rápidamente gracias a la obvia relación anatómica del Sistema Nervioso Central (sede de la actividad psíquica) y el Sistema Nervioso Autónomo (porción independiente de la voluntad, que se encarga de gobernar el funcionamiento orgánico), pero el término psicosomático es grotescamente confundido, malinterpretado y mal visto. Los pacientes se sienten insultados pues lo interpretan como si fuera imaginaria, un problema mentalmente anormal y es porque lo han enseñado a negarse a ver más allá de lo físico. La salud no es el silencio del cuerpo, y no todos los síntomas o molestias son resultado de una enfermedad física, el vínculo funcional electromagnético entre sistema nervioso y los órganos no es visible.

Cada vez son más las personas que contraen estas enfermedades psicosomáticas debido a las tensiones diarias y el estar en una situación estresante en forma continua sin resolverla adecuadamente provoca un estado de tensión permanente. Lamentablemente, por desconocimiento a veces, no buscamos ayuda profesional oportuna para el buen manejo emocional (que nunca aprendimos) cayendo en un naufragio caótico con estados de inseguridad, frustración, tristeza, rabia, resentimiento, disgusto, desprecio, miedo, ansiedad asociada con el temor al fracaso, sugestión hacia lo negativo, reactivación de un pasado doloroso, pensamientos e imaginación destructiva, angustia, excitación, irritabilidad, hostilidad, intolerancia, sensación de abandono, culpabilidad, insatisfacción de necesidades, cayendo en un círculo vicioso tipo bola de nieve entre la situación amenazante de nuestro entorno y sus consecuencias en nuestra salud.

Evidentemente el sistema inmunológico de nuestro organismo puede ser afectado desde el punto de vista del comportamiento, conduciendo al aumento o disminución de la susceptibilidad a las enfermedades. Así, el sistema inmune (defensas) se puede alterar dependiendo del estrés al que es sometido el individuo lo cual puede facilitar la aparición de diversas patologías. Sumemos a esto una alimentación insana, falta o ausencia de actividad física, el no saber cómo relajarse ni descargar adecuadamente las tensiones diarias, creer que “somos víctimas de nuestras dificultades” y que poco podemos hacer para resolverlas.

El mismo Hipócrates, padre de nuestra medicina, decía: “A quien desee la salud hay que preguntarle primero si está dispuesto a suprimir las causas de su enfermedad. Sólo entonces será posible ayudarle”, pero actualmente, en este planeta con su globalización mercantilista antihumana, quizás “no tenga importancia” considerar lo emocional en el tratamiento de lo psicosomático, pese a que en muchas ocasiones si se lo reconoce como un factor. ¿Adivinemos quiénes y por qué se benefician la no incorporación como estrategia fundamental a la consejería psicológica en el tratamiento integral de una persona y, al contrario, les conviene más bien que tengamos una imagen desdibujada de que es intrascendente, vergonzosa o es sólo para locos? (O)

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