Te Deum/ Fabricio Dávila Espinoza

Columnistas, Opinión

“Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur”. “A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos”. Estas palabras son la expresión de gratitud frente al acontecimiento que celebraremos en la Diócesis de Ambato: 75 años de creación. Hacer memoria, es mucho más que recordar; es realizar una mirada agradecida, para descubrir cómo Dios actúa a través de la historia.

El camino para que Ambato se convierta en una diócesis inició el siglo anterior, al mismo tiempo que se levantó la Iglesia Matriz, cuya última piedra fue colocada en 1930. Las primeras gestiones se realizaron en 1936. En 1943 se conformó un par de comités tanto de damas como de caballeros para promover la consecución de la infraestructura básica indispensable y el 28 de febrero de 1948, concluyó la espera, cuando fue pública la noticia de la creación de la Diócesis de Ambato, en el L`Osservatore Romano. Pocos meses después, el 8 de agosto, se ejecutó el decreto de creación.

Celebrar el aniversario 75 no es sólo mirar atrás con memoria, sino percibir que este árbol, plantado en la viña del Señor, está de pie porque tiene raíces fuertes, para soportar las inclemencias del tiempo y la adversidad. No siempre es primavera, el otoño y el invierno aparecen y son duraderos; pero se ha trabajado para que los frutos sean dulces bajo cualquier circunstancia. Apenas transcurrido el primer año de creación, la catedral como el resto de la ciudad de Ambato y la provincia de Tungurahua, sufrieron la catástrofe del terremoto del 5 de agosto de 1949. Sin embargo, seguimos de pie.

Vivimos el presente con pasión porque es el tiempo de Dios. Esto nos llena de esperanza e ilusión para seguir trabajando por el Pueblo de Dios. Este aniversario es una ocasión para ilusionarnos más. El aniversario 75 de creación de la iglesia diocesana, hace que se dilate nuestro corazón y lo haga generoso para realizar el gran sueño de Dios. Celebrar 75 años de vida es algo especial y significativo para cada tungurahuense, pues se vuelve a vivir con alegría, aquel día tan dichoso en el que la gracia de Dios nos permitió iniciar nuestro camino. Este acontecimiento es una motivación para aumentar el amor por nuestra Diócesis, porque el Señor está actuando y nos permite seguir anunciando su presencia.

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