Teñir al Ecuador de energía positiva
Usted me disculpará, pero no puedo evitar referirme una vez más a la física cuántica y sus increíbles complejidades. Una de ellas es el tan fascinante principio de superposición del que ya hablamos algo la semana pasada y que en resumidas dice que las subpartículas atómicas (partículas muchísimo más pequeñas que el átomo), “deciden” comportarse como partículas o como ondas según exista o no un observador. Es decir que, en física cuántica hay una interrelación estrecha y directa entre el observador y el objeto observado cuando por el solo hecho de intentar medir su posición y/o velocidad estas partículas cambian de ser materia a ser no materia o viceversa. Ufffff, de locos, ¿no?
Usted me dirá: “De acuerdo, pero estos fenómenos inexplicables ocurren exclusivamente en los universos subatómicos”. Sí y no. Se le explico. En primera instancia, efectivamente suceden enteramente solo allí, pero el que usted y yo vivamos en un mundo macro físico no significa que estemos completamente desligados de la física cuántica, todo lo contrario, también vivimos esos fenómenos -y muy a menudo-, solo que no los notamos.
Se lo demuestro de la siguiente forma: El budismo afirma que “cuando vemos la realidad la solemos teñir de nosotros mismos”, o sea, nunca vemos las cosas como realmente son sino a través del filtro distorsionado de la percepción de vivencias buenas y malas acumuladas por años. En pocas palabras: el pensamiento y la intención son física cuántica que cambian la realidad.
Si le pido que mire un cinturón, habrá quienes lo vean como una simple prenda de vestir y les sea completamente indiferente, otros lo verán con odio y resentimiento al recordar los frecuentes correazos que recibió de uno de sus padres. Fíjese cómo cambia la realidad del mismo objeto desde la perspectiva de quién lo observa. Cuántica.
Otro caso podría darse en la antropología, cuando el investigador (observador) se inmiscuye en el trabajo de campo en medio de una tribu. Su trabajo nunca será objetivo ni completamente fiable porque con su presencia el antropólogo altera el orden natural de la vida que está observando. Cuántica.
Como vemos, estos dos escenarios son una metáfora donde es el observador quien decide la realidad que quiere vivir a través de su intención y pensamiento, muchas veces sin necesidad de notarlos siquiera.
Así, tanto la física cuántica como «algo en nuestro interior” nos dicen que está en nuestras manos, como observadores que somos, la posibilidad de cambiar la realidad. Y no es fácil, efectivamente, más aún si a diario debemos soportar discursos cargados de cinismo y mentiras de parte de un grupo de narco-políticos, por ejemplo. Pero, sépalo bien que tampoco es imposible, porque el pensamiento, al ser energía creadora -o sea, cuántica-, se vale en este caso de nosotros los honestos para transformar esas realidades.
Sigamos pues los buenos, enfocados en teñir el Ecuador de energía positiva. (O)