Textos escolares, ¿enseñanza y aprendizaje?

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Estudio realizado indica que el 63,9 % de los padres y el 54,6 % de los docentes encuestados consideran que no sería positiva una enseñanza sin libros de texto. (Foto El Heraldo) 

¿Debe desaparecer el texto escolar?, ¿Cuál es su rol en el proceso enseñanza y aprendizaje? son las inquietudes que surgen frente a los cambios en el sistema educativo, el mismo que enfrenta retos de reinventarse, adaptarse y garantizar su calidad. 

Carmen González, pedagoga española de ESO y formadora de profesores en PLE (Entornos Personales de Aprendizaje), sostiene que los estudiantes de la sociedad de la innovación tendrían que aprender, trabajar, jugar y compartir cualquier contexto.

La realidad es que el texto escolar es mediador, guía que da luces al docente, al estudiante y a la persona que lo acompaña en su aprendizaje. Indica qué, cuánto y cómo debe aprender el estudiante, teniendo en cuenta aspectos como la edad cognitiva, el nivel de comprensión lectora y los elementos de forma —como la tipografía— que en su conjunto permiten al estudiante mantener la atención y el interés necesarios para lograr el rendimiento académico óptimo, señala Raquel Tamayo, psicóloga educativa. Y continúa, “las páginas escolares están diseñadas ‘a medida’ para el estudiante. Cuando se expone a un niño a información que no responde a su edad ni a su realidad y que presenta vocabulario extenso y complejo, con certeza se producirán situaciones de frustración y ansiedad”.

La parte sensorial es otro punto que se activa con el texto escolar. Estimular los sentidos del estudiante es fundamental. Cuando el libro interviene en el proceso de enseñanza, hace que el aprendizaje sea más eficiente, debido a que participan principalmente la vista y el tacto y, en menor grado, el olfato. La memoria visual ayuda a fijar aprendizajes y el tacto otorga pertenencia, pues, es “su libro” el que está usando, marcando o recorriendo, añade la profesional.

Para Bertha Novillo, madre de familia y trabajadora, “en estas circunstancias de pandemia en que se multiplicaron mis tareas y pasé de solo trabajar en la oficina a atender varias responsabilidades, como quehaceres de la casa, clases virtuales y teletrabajo, valoro más la inversión en un libro, pues, contar con este soporte significa ahorro de tiempo, sobre todo a la hora de realizar las tareas escolares”. La niña Isabel (7) concibe a los libros como el objeto que no necesita conectarse, que no afecta a la vista. Permite recortar y pintar libremente.

Para la docente de bachillerato Magdalena Nemalceff, las instituciones deben evitar el error de mirar a la educación presencial como sinónimo de “libro” y a la virtual, limitarla únicamente al acceso a Internet. 

La Unesco en el Informe de Seguimiento de la Educación sostiene que además de contar con buenos docentes, la mejor manera de mejorar la enseñanza y el aprendizaje es disponer de libros de texto bien elaborados y en cantidad suficiente para que cada niño tenga sus propios libros. (I) 

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