¿Todo pasa por algo?

Los que tenemos fe en los cambios, los que tenemos en mente que “todo pasa” y todo se acaba, los que creemos en la serendipia, los que suponemos que todo pasa por algo, los fieles a la sincronía del destino, buscamos las razones del porqué existen coincidencias significativas, si es que son o no señales de algo o porqué a veces hay momentos en los que todo parece alinearse de manera reveladora, como si el universo hubiera conspirado para que algo sucediera justo en el momento correcto.
Las votaciones para presidente coincidieron con el natalicio de Don Juan Montalvo un ilustre “apóstol” de gran moral que decía: «Los tiranos han pasado, pero la libertad queda; el crimen cae, pero la justicia se levanta.» «Los pueblos que soportan la tiranía merecen la esclavitud.» «Mientras haya en el mundo quien piense, habrá quien combata la tiranía.» «Se puede ser honrado sin ser héroe, pero no se puede ser héroe sin ser honrado.» «Al tirano se le combate, no se le adula.» «No hay poder que no degenere en abuso, cuando no tiene freno.» Coincidió también con el Domingo de Ramos un día muy espiritual de inicial júbilo y luego prepararnos para acompañar a Jesús en su pasión, muerte y resurrección. Día de reflexión sobre la coherencia de nuestra fe con un llamado a acogerlo sinceramente en el corazón y que con nuestra fidelidad a Cristo ejerza su misión redentora para que cambie nuestro país hacia el lado de la paz y el bien. Luego, hace dos días, vino la muerte del sumo pontífice que en la misa del domingo de resurrección dijo: Cristo ha resucitado, ¡aleluya! El amor venció́ al odio. La luz venció́ a las tinieblas. La verdad venció́ a la mentira. El perdón venció́ a la venganza. El mal no ha desaparecido de nuestra historia, permanecerá́ hasta el final, pero ya no tiene dominio, ya no tiene poder sobre quien acoge la gracia de este día. Hermanas y hermanos, especialmente ustedes que están sufriendo el dolor y la angustia, sus gritos silenciosos han sido escuchados, sus lágrimas han sido recogidas, ¡ni una sola se ha perdido! En la pasión y muerte de Jesús, Dios ha cargado sobre sí todo el mal del mundo y con su infinita misericordia lo ha vencido; ha eliminado el orgullo diabólico que envenena el corazón del hombre y siembra por doquier violencia y corrupción. ¡El Cordero de Dios ha vencido! Por eso hoy exclamamos: «¡Cristo, mi esperanza, ha resucitado!»
Pese a que casi siempre nos toca elegir el mal menor, nos queda, por lo menos, una esperanza, esa fuerza espiritual, social y humana que decidió no irse al abismo. Tomar el rumbo de la alternancia y no de la eternización y acumulación corrompida del poder. Eligió mantener la dolarización y su liquidez y no el colapso monetario con emisión de dinero sin respaldo. Apostó por la esperanza de un cambio de la inseguridad jurídica y arbitraria existente que es el veneno contra la inversión, el empleo y el progreso. Alentó por evitar el autoritarismo amordazador que genera miedo en quien piensa diferente. Esperemos que ese oscurantismo político y ese resentimiento ideológico se esfume y Ecuador sea uno solo y triunfemos sobre esas agendas prestablecidas para el caos y el enriquecimiento de un grupito de encantadores de ilusiones. (O)