Todos los bienes tienen un precio… busquemos su valor
Puede ser por su costo, elaboración, materia prima utilizada, historia, escasez o talvez por lo sentimental, que es uno de los más difíciles de medir, pero en definitiva siempre existirá un precio, por el cual estaremos dispuestos a pagar para adquirir un bien y otros a venderlo, solo es cuestión de situar a oferentes y demandantes en un mismo escenario.
Recuerdo que al ofertar una de las primeras propiedades que me encargaron en la ciudad de Quito, en San Juan, hace unos treinta y cinco años, la propietaria (una anciana muy trabajadora) empezó a sentirse mal e incluso se le escaparon unas lágrimas al conocer que ya teníamos el cliente al cual “recomendó” el cuidado de su casa, indicando que allí conoció a su novio quien luego sería su esposo, que allí nacieron sus hijos y se hicieron profesionales, en fin todo un detalle de lo que significó parte de su vida; sin duda alguna todo lo comentado en nada importaba al comprador, quien vio una oportunidad para derrocar la vivienda y construir una nueva, aprovechando su estratégica ubicación en una calle comercial.
Induzco el principio que todos los bienes tienen un precio, sin embargo la labor de los vendedores o asesores, es encontrar su valor intrínseco, es decir ese “algo especial” que puede pesar mucho en la hora de la venta. Puede ser una casa, terreno, vehículo, ropa, calzado, comida, en realidad lo que usted esté dispuesto a ofertar, incluyendo su fuerza laboral o su profesionalismo, busquemos ese valor agregado para diferenciarnos de la competencia.
Pensé que el Mercedes Benz del 70 no iba a tener acogida por su modelo y alto cilindraje, hasta que ingresé a una página de coleccionistas quien pagó el precio ofertado; consideré que vender un terreno fuera de la ciudad con pendiente sería difícil, sin embargo aproveché la vista espectacular a las montañas, lo que brinda tranquilidad y paz en medio de un clima de mucho estrés; si me entregan una casa en sector comercial, debo ofertarlo a empresarios, si confieren una casa en sector residencial o “tranquilo”, los clientes serán personas de una mayor edad que buscan serenidad para su jubilación. (O)